Son muertos vivos
se los tragó el olvido
en el hocico sucio
profundo
del abismo que
se engulló los sueños,
los espacios, los pasos,
las palabras
se tragó las imágenes
dejando solo pausas y vacíos
de pensamiento,
arrasó parpadeos
y luz.
Encegueció
en la sombra
y no permitió
sino unas breves notas
que de repente llegaron
y tocaron
sus almas desoladas,
una música viva
que penetró muy hondo,
iluminó los ojos que
humedeció al instante,
pero no dijo nada.
Era la antesala,
ineludible
una primera cita
con la muerte,
que ya había penetrado
muy adentro
ellos no le temían
pues eran solo olvido
sin pensamiento
ni sensaciones,
el cuerpo
seguía andando
en su camino
hacia ella,
esa enemiga perpetua
posó su mano turbia
en la de ellos
iniciando
su aproximación
letal,
quemando la
alegría,
transformando
dolor y pasión,
extraviándoles
por los laberintos
de la nueva vieja vida
de marionetas
inermes
que caminan.
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