Monday, November 19, 2007

Niña

NIÑA



I

Estoy perdida, la gente me mira por las calles ¿es esta mi ciudad, hacia dónde camino?. No me encuentro, las calles no me reconocen, no me dicen nada. Detienen mi marcha, me reclaman, exigen respuestas que no tengo, desconozco la forma de dar explicaciones, mi voz surge extraña, los adultos me miran a los ojos. No sé doblar la cabeza, la levanto, ellos están arriba. Sigo por la ciudad perezosa con sus calles de piedra frías, las esquinas me cuentan los crímenes que presenciaron, el cemento ya no guarda la huella de la sangre. los ojos de las puertas repintadas de verde envejecido me miran ciegos en la noche del regreso. Te miro diminuta y me atiborras de rápidas imágenes. Me conmociono en medio de la plaza, frente al lugar de la fotografía de los diez años...

Seguías vivo ahí cuando toqué la plaza, estabas entre el fuego en mi mirada, ¡cuántos años de gritos que no callan!, el tiempo no era nada, tu voz estaba intacta, bajo la nueva construcción, disimulada.

Niña sin fuerzas, te has deteriorado conmigo. Tu rostro luce ajado y tus fachadas se revientan en burbújas sin tiempo, sal en la herida del recuerdo.
-Señor, tal vez usted pueda acompañarme. Tómeme de la mano y protéjame con su presencia-. Avanzo presurosa y no logro encontrarme, temo preguntarle a otros, el hombre sigue a mi lado, respirándome tibio en la garganta. no sé quién es, pero no le temo. El trata de hacerme daño. Otros tratan de hacerme daño, no obstante busco su amparo él se ríe en mi cara.

II

Mi madre me lleva al manicomio, es su forma de librarse de mí, de no quererme, me abandona entre las monjas que reclaman pedazos de mi piel entre sus uñas, me miran burlonas y me castigan de rodillas con los brazos levantados en un tiempo que camina con pasos de anciano enfermo. Pienso en quién puede ayudarme y nadie acude a mis pensamientos.. Tengo miedo, ya no canto la canción de vender mis ojos negros. La laguna está seca y puedo adentrarme más que de costumbre.
Un ruido de gallinero se detiene en mis oídos y mis cabellos están llenos de estiércol. Me duelen los golpes de los brazos y las piernas, mi rostro está inflamado.


III


He recorrido las casas de mis amigas con los ojos inyectados, he deshecho el periplo de la mañana. Volví a la casa pobre de Martha donde me dieron sopa y compartí la felicidad sin mesa, ellos me miran asustados y en sus rostros adivino que no podrán ayudarme. No sé lo que me espera, todos huyen de mi, quiero correr sin descanso, pero no puedo, me faltan las fuerzas y caigo en un desmayo que dura una eternidad.






IV

Los hombres me colocan en la sala, en medio de sus otras mujeres. Por debajo de la mesa, posan su mano en mi rodilla. Yo los veo hacer lo mismo con las demás, ellas ignoran cada una, lo que yo sé de memoria. Clara viaja a otro país para afianzar lo que ha conseguido por escrito y se hastía pronto por que descubre lo que había olvidado de la anterior aventura; que todos son iguales, que mienten como ella y es dificil juntar dos mentiras, es como construír un castillo de naipes frente a un ventilador. (Te esforzaste exageradamente en que no te quisiera y asi lo hice. Hoy regresas como si se pudieran reconstruír los sueños...)

V



Empiezo a escalar la misma cima desde donde te miro tal como eres. Acaricias el cabello de tres mujeres que te aguardan y te ciudas que ninguna se entere de la otra. Conozco la dirección de tu mirada y de tu pensamiento. Nunca serás el que me engañe... los sueños son incoherentes y distorsionados, simbólicas escenas cinematográficas que cuentan historias que se deben interpretar y que pertenecen a quien las interpreta. Aprietas mi cuello casi cariñosamente. Sé que terminarás matándome, he soñado tu mano ensangrentada, lentamente voy dejando de respirar y me abandono pesada en el asfalto...

VI

Te regalo mi muerte Artemidoro
te regalo mi muerte
y te niego el placer
de ejecutarme.
Me descerrajo un tiro
en medio de los ojos.
Me lanzo al mar inmenso,
me corto las venas
me perforo el pecho
con una lanza
o con una espada
me hago el harakiri
y te niego, traidor,
el placer de ejecutarme.
Andarás por el mundo remordido,
rabioso perro
pues te negué el placer de asesinarme.



VII

Niña frágil, temerosa en medio del corredor oscuro, la sombra te lame y el aire te abandona, la muerte coquetea entre tu carne. Tus párpados, piezas de metal pesado se niegan a moverse. La sombra se escapa con las horas y la mañana agresiva con sus rayos, descubre tus miserias y te muestra con asco ante el espejo que te enrostra recuerdos dolorosos, ensañándose en detalles. Debemos seguir la marcha con el corazón golpeando en la espalda. Nadie quiere comprar mis ojos negros y ellos me siguen pagando mal.

Thursday, September 20, 2007

Gabo Siempre

Nosotros trashumantes, decidimos que habríamos de encontrarnos entre las mariposas amarillas o flotando entre pétalos interminables, caídos en las tardes de los incendios crepusculares o desandando nuevas y viejas aldeas de barro y cañabrava, o sorprendiéndonos con los esqueletos de los veleros fantasmas o de las eternas piraguas cuyo maderamen ya no cruje en el agua, o persiguiendo los hilitos de sangre que nos conducen irremediablemente a las viejas y a las nuevas masacres, que sólo cambian de rótulo el dolor inenarrable y que nos marcan hondo, en esta y en todas las soledades, que no obstante nos dejan un resquicio para que se filtre la luz y para no resignarnos a ser estirpes condenadas a cien años de soledad sino a querer y a exigir una segunda oportunidad sobre la tierra, porque somos soledad compartida y fuerza para reivindicarnos; en las bananeras, en las siderúrgicas, en las canteras, en los prostíbulos y con los trabajadores, con los campesinos, con los viejos, con los niños, con los sindicalistas, con las mujeres, contra los abusos de las abuelas desalmadas y de los matones de toda índole, los de esquina y los de institución. Para tratar de no formar parte de los que presencian los crímenes en silencio, integrándose a la infamia de las guerras fratricidas de las que nadie quiere saber el por qué, pero en las que todos participan y para demostrar que seguiremos amando la magia de las hamacas y de los acordeones y de los pescadores y de las niñas que suben al cielo en cuerpo y alma y de las otras a quienes les crece la rebeldía en el pelo después de muertas; y de los amores después del tiempo en las reposadas aguas que los separan del cólera y de las nenas que dejan su último rastro sobre la nieve y de todo lo que produzca la pluma de Gabo, ayer hoy y siempre. En México o en la Habana. En Cartagena o en Bogotá, porque Gabo siempre en la literatura, Gabo siempre en nuestros corazones, Gabo siempre en la realidad y en la fantasía, Gabo en la universalidad, Gabo en todas partes, Gabo… Gabo…

Thursday, August 02, 2007

Vendo mi Vida


“Vendo mi vida, cambio mi vida
De todos modos, la llevo perdida…”
León de Greiff.


La juego y la pierdo
mientras se pudre la comida
en los basureros de las ciudades,

de los talleres 
y de las cocinas del primer mundo
donde la mediocridad desfila
con cara de truhán.
La juego y la pierdo
en la derrota del tiempo
desperdiciado
soñando con gente que murió,
-que ya no existe-
y la tiro a rodar
por los laberintos
y por las alcantarillas
donde circula la mierda.
Y la tiro y la pierdo
entre los borrachos
de las noches de abril
y de febrero
Y la pierdo para siempre
en el cieno de los desadaptados
y de los sátiros
y de los poca cosa
y la juego contra un trono
y contra un burdel.
Contra la más dulce mariposa,
la más artificiosa doncella
o contra la más puta mujer
(la amiga de los pederastas,
amante de los amantes,
ladrona de mendrugos
¡mendicante infeliz!).
Y también la regalo
al más menesteroso,
al más infiel.
Al lagarto, al gusano,
al sórdido enemigo,
al amigo infidente…
La doy… la doy… la doy
La doy al transeúnte,
la doy al vendedor;
al que destroza sueños
y ahoga entre la sangre
la hermosura.
La doy al que asesina,
se la doy al doctor.
Carroña entre las manos
voraces de las hienas
La doy al ignorante,
La doy al profesor.
La doy al pobre diablo
al erudito, al docto
al dueño de las noches,
al pobre seductor
Al tonto sin sentido,
al desdeñoso, al torpe
al pobre miserable.
a todos se la doy
La regalo en la feria
de la pobre medida,
la doy al que tropieza
la doy al soñador
La juego en la tristeza
brutal de tu partida
La juego en lo que queda
después de mi dolor.


Midaz/99

Tuesday, July 17, 2007

Loca I

Para la tía.

No sabía qué hacer con tanto dolor, no le cabía en el pecho ni en el cuerpo, era necesario deshacerse de él, tirarlo por las alcantarillas tal vez, por que si lo dejaba en la calle abandonado, podía apoderarse de una persona que desprevenida pasara por el lugar, pensaba ella. No lo podía regalar, regalaban tanto en cada esquina, que ya la gente no quería más. Además se decía que los muertos cuando se iban dejaban su dolor errando por las calles y que hasta los cerros estaban invadidos y los caminos a los pueblos vecinos y los mismos pueblos no sabían cómo esconderlo. La prensa decía que la gente se había vuelto indolente y eso quería decir que no estaba dispuesta a aceptar más dolor y se veían personas a través de toda la ciudad con cargas enormes sobre sus hombros, con gigantescos bultos en la mirada, con fardos grandes en las pisadas, buscando la forma de desprenderlo de sí. Bien se sabe que el dolor como la muerte, no respeta edades ni abolengos y esto, era una epidemia. El dolor no cabía en las alcantarillas, decían que se mezclaba con tanta sangre que habían derramado en ellas y que entre los dos se desbordaban por todos los rincones incluídos aquellos donde no llegaba la mirada, y que se hacía imposible el transito normal. Los ríos se habían tornado turbios y rojos y ya la lluvia no limpiaba las manchas que se trepaban por las paredes, aprisionando las gargantas de los transeuntes hasta asfixiarlos. El pueblo deambulaba con su carga de dolor sin saber qué hacer con él. Lo habían usado para abonar los cimientos de la patria, pero la patria se resquebrajaba y los remiendos que le hacían dejaban escapar los gritos de los desesperados, por eso ella tampoco sabía qué hacer con tanto dolor que la inundaba y dicen que se volvió loca.

Wednesday, July 11, 2007

Loca

“Ríos y ríos de lágrimas
Abren ríos y ríos de amor...”
Los fabulosos Cadillac.


Mientras rodaba hacia el piso con todo el peso de mi cuerpo, veía el vaso de café inclinándose en cámara lenta sobre la mesa y la fusión de cada una de las gotas en una ola que buscó mi rostro y mis piernas con sus ardientes manos azucaradas. Y te veía ahí, gota de café con leche que me rompe la cordura, que penetra la epidermis hasta lo más profundo de mi carne viva y en el descenso me repetía lo que siempre supe, que padezco de la terrible enfermedad de la memoria que me impide saludar al ciudadano. Y que escucho gritos y sonidos de motores mezclados con el tableteo de ametralladoras y llanto y que veo sangre y cuerpos mutilados.
Y yo, que sigo recorriendo ríos y yo, que sigo penetrando brechas y yo que sigo persiguiendo olvido.
Y vuelven a aparecer las bolsas negras revistiendo formas rígidas y vuelven a aparecer con formas frescas y colman mi mundo del recuerdo. Y los cuerpos de los muchachos ahí entre el carro, y el otro cuerpo tendido con sus botas sencillas sobre el piso, todos llenos de plomo, todos vacíos de sangre que ya rueda y mancha el pavimento cubierto con la sábana de la vergüenza.
Y las letras del tango del olvido, acomodándoseme fuerte en el cuerpo, pero lejos de mi corazón. Y volvíamos con la frente marchita y adivinábamos el parpadeo y veíamos apagarse las luces y cerrarse las cortitas y buscábamos olvido, pero no lo encontrábamos y nos rompimos las yemas de los dedos escarbando en la lluvia y seguimos las huellas de las aguas y marcamos caminos con la última gota de sangre que quedaba en nuestro pecho y quisimos llorar para limpiarnos, pero las lágrimas se nos habían secado en el recuerdo y empozadas ahogaban y enmudecían nuestro gemido. Y no veíamos salida y no escuchábamos las voces amigas, sólo había malos remedos y turbias palabras. Y corrimos descalzos por las sendas y nos herimos buscando alguna lucecita en tanta noche. Pero tú ya no estabas, pero yo ya no estaba, era sólo el recuerdo de mí misma que me seguía atormentando, porque yo padecía la terrible enfermedad del no olvido, esa grave enfermedad que me colmaba el sueño, porque hacia donde mirara, los encontraba muertos; porque los otros se reían en mi cara y cantaban canciones y se amangualaban en mi contra y me llamaban loca y me declaraban loca por decreto, mientras el cauce del café derramado marcaba sendas en mi cara y mientras las muchachitas regresaban del olvido para que los viejos les levantaran el destruido ego con su derretido estertor de la lujuria, con su tardío frescor de la “rocanrolera” ropa; con el embobamiento de la decrepitud; sin imaginarse que los abandonados, eran sólo pichones de lo que aquí sobraba; porque no en vano se fermenta la locura en la explosiva botella de los años. Porque todos los demás seguían muertos en sus tumbas y nosotros éramos sólo el recuerdo que sobrevivió en el vórtice mismo de la traicionera nostalgia, porque yo era sólo el recuerdo de mí misma, tratando de escapar hacia mi propio olvido.

Thursday, June 28, 2007

Celebración

El breve placer de un dedo
atravesado en el fuego
de mi deseo.

II

Amazona en tu pecho
a puro pelo
deletreando a galope

el desamparo
del compartido espacio
de tu cuerpo


Galopante amazona desbocada
en el corcel etéreo de tu pecho
cabalgándote a pelo palmo a palmo
en la pradera enorme del deseo
Eternizando orgásmicos instantes
en el tibio placer que me estremece
desde la enhiesta cima de tu sexo
Compartiendo humedades mutuos gritos
En la breve presencia entre tu lecho.

Thursday, June 14, 2007

Hojas sueltas


Exorcisé en tu boca
mis instintos
Penetré lo más profundo de tu piel
con mis caricias
Te bañé en mis secas lágrimas
del presentimiento
te amé como si fuera la última vez
y fue la última vez…

Wednesday, May 30, 2007

Visita Inesperada


Hoy la muerte llegó hasta el aposento
dejando su fragancia de cadáver
en las sábanas blancas
Dejando en las miradas
de soslayo
pertenencias de ayer
ahora sin dueño,
manejadas por manos
que ocultaban
entre guantes de plástico,
el asco de su nombre
mortecino, pronunciado
en la oscura y terrible
madrugada.

Midaz.
Mayo 30

Eclipse



Camino hacia el abismo, lo miro y me embelesa, me aproximo hasta el borde, adivinando la grata sensación de pluma o plomo, descendiendo hasta el vientre de piedra que me aguarda. Lecho inmenso inminente, con sus bordes de dientes afilados, obsidiana gigante en su tarea de penetrar la carne en su llegada. Placer indescriptible, descontrol de mi peso descendiendo hacia el fondo, final rotundo, paisaje agreste de sangre derramada, iniciando caminos sin retorno, masa breve en la masa, ceremonia dispar, pasajera atadura al comienzo de los siglos cuando yo no era nada, al final de los siglos cuando no seré nada, regreso hasta el olvido inexpugnable, materia que se filtra entre la piedra, vuelta al polvo perpetuo, a la definitiva madre, vertigo fugaz, cataclismo total, total eclipse. Leve cuerpo en la sombra, gotita de la lluvia que se esparce desde el gran temporal, silencio en el silencio inexorable hacia la nada

II

Retornaré en agua que se filtra, repetiré los nombres que nos juntaron y los sabores comunes del pasado, cruzaré los espejismos de nuestro deseo, habitaré los gritos de tus bosques, germinaré sin reposo en cada poro de tu piel erizada en el orgasmo, seré piedra y pétalo derramado en la medida sublime de nuestros besos, de nuestro efímero tiempo, prolongado en la fuga metafísica de los encuentros. Seré sabor de siempre, olor de primavera en la mañana naciente, olor de cuerpos que se cruzan en abrazo enamorado. Me repetiré en cada vuelo libertario, en las alas que nacen en la desesperanza, en el fuerte corazón que no se inclina, seré la planta que el asfalto no logra vencer sino que brota y se reproduce por entre sus grietas altanera. Seré luz en tus ojos, coraza en las derrotas y sueño sempiterno en la desolación de las almas que no se arrodillan ni se rinden y que renacen en cada despertar.

Wednesday, May 23, 2007

De mi país de las nubes altas

Ciudadano.

Con maquilladas palabras
bajo la fementida transparencia
-su palabra favorita-
el ciudadano hace los señalamientos
para que sus sicarios
ejecuten la orden
y el descuartizamiento
de quienes se atrevan a disentir.

Fosas

Aquí estaban los huesos, dando testimonio del silencio cómplice de todos los habitantes del país, algunos aún calzaban botas hasta donde no llegó la cuchilla, no había muchos fracturados porque la operación, que duró más de veinte años, se llamó descoyuntamiento y les dictaron clase a los ejecutores para que fuera perfecta, ponían como víctimas improvisadas a los que le cayeron mal al instructor, vivos aún, carne de prueba de cuchillo para los aprendices de monstruo, eran reclutados por los caminos del terror, eran los que quedaban y no tenían otro remedio que seguirlos, los demás se habían marchado, abandonando la tierra anegada en sangre y llanto de sus propios familiares, amigos y vecinos. Aquí estaban los huesos, testimomio férreo de todas las infamias, no tenían sexo ni edad, se contaban por miles y variaban en tamaño; mantenían su queja muda, sepultada entre gritos acallados en el designio del tiempo transcurrido, desde el aciago momento de quienes dictaban la orden que siempre se decía, venía de arriba. Eran pueblos enteros enterrados en pedazos entre las enormes fosas, estaban revueltos en su fatídico aposento rellenándolo con la medida exacta de sus cuerpos y el mundo estupefacto contemplaba la escabrosa escena, repetida en los monitores que regaban las exclamaciones en las más distantes latitudes, junto a los testimonios desesperados de las madres, que entre las fosas trataban de identificar lo que quedaba de sus hijos desaparecidos; junto a los testimonios estudiados de los autores; a los testimonios del ejército y al de los políticos, de quienes se decía eran la mano maestra que dirigía las masacres.
Todos sin excepción contemplaban los restos amontonados en las fosas recién abiertas al asombro tardío y a la añeja impunidad y reclamaban justicia, mientras el ciudadano de la transparencia reclamaba excarcelación para sus amigos ejecutores y como en el tango; el mundo seguía andando...

Monday, April 30, 2007

Carta Breve

De la serie: Cuentos Infames




Apreciado señor, he llegado al límite de la tolerancia y necesito comunicarle las determinaciones que la desesperación me ha orillado a tomar. Como bien usted lo dice, el camino al infierno está plagado de buenas intenciones. Esta vez la verdad es a la inversa y mis intenciones han sufrido un vuelco (quizás me gane el cielo) y por esa razón a partir de este momento, no seguiré aceptando sus insultos, los calificativos brutales y leves que usted incluye en su vocabulario a la hora de referirse a mí, de compararme con otras o de darme una orden; prefiero que se los reserve para alguna otra a quien le profese más amor del que insiste en hacerme creer que me tiene.
Todavía me duele la cabeza de la golpiza que me propinó hace dos semanas y los tumores que se me formaron en los brazos no logro desaparecerlos -a pesar de masajearlos con saliva en ayunas como me enseñó la abuela- y la verdad, ahora no estoy dispuesta a que me los renueve. La persecución que instaura cuando, por puro temor, me desaparezco de su vista por instantes, seguida de los azotes y el encierro, no quiero seguirlos padeciendo. Las citas con sus amigos; para que disfruten mi cuerpo, mientras usted observa con los ojos de vidrio de su lascivia, desde la oscuridad del ropero donde presiento y me aterra su lujuria casi tanto como el tormento que esto me representa; no quiero seguirlas cumpliendo.
El atropello que padezco cuando no satisfago sus requerimientos, no quiero repetirlo, pues bien sabido es que si no me alimento y me sangran las muñecas y los tobillos por efecto de las cadenas que me ata; la gente va a notar que algo no está bien cuando me exhiba ante sus amigos (su mayor placer) y usted perdería su prestigio y el respeto que le profesan cuantos lo conocen y cuantas lo miran y lo toman como el honorable e irremplazable profesor de arte, confidente, amigo y consejero en sus más dificiles momentos. Mano salvadora en su adversidad y apoyo en su soledad y abandono.
Por tanto, mi querido señor y más por necesidad que por voluntad propia, he tomado una determinación y le he escrito esta carta, que quedará como constancia e información para quien la requiera.
No le voy a negar que su cuerpo me pesa enormemente para cargarlo, más que cuando usted se me echa encima y no puedo respirar, y mucha mayor dificultad me cuesta colgarlo de la cuerda que amorosamente a pesar de todo, he colocado alrededor de su garganta. Pero lo voy a conseguir como lo he conseguido todo durante estos largos años en que usted ha logrado mantenerme fiel, cariñosa y sin mancha a su lado.

Wednesday, March 07, 2007

News

Noticia


Me bastó escuchar el tableteo, lo demás aparecía sin esfuerzo; la sangre corriendo tibia, imperceptiblemente por el cuerpo, los hombres en el suelo sin percatarse aún de su propia muerte, que les va llegando despacito, penetrando uno a uno sus sentidos, definitiva, severa, sin permiso; que se posesiona atrevida en el ennublamiento de la mirada, en el paisaje borroso, que se desdibuja ante los ojos húmedos con sus propias lágrimas; que cruza en la oscuridad absoluta precediendo al ruido cada vez más lejano donde se alojaron las palabras sin sentido: guerra, conciencia, ideal, amor, pasión, tiran
ía, familia, sumisión, raza, credo, hijos, padres. Todo dirigido hacia la enorme boca -el hueco negro que se traga las estrellas- hacia el túnel blanco de la creencia, en el aturdimiento de la esperanza, de la nada que aguarda ahí en el otro lado de la vida…

Entonces apagué la radio.

Midaz



Febrero 22 2007

Wednesday, February 28, 2007

Crónicas de animales

Historias de Zorrillos


Sólo había tenido noticia de los zorrillos a través de las tiras cómicas de Benitín y Eneas, que religiosamente seguí en el diario El Tiempo de mi ciudad y que alegraron mi infancia y desataron mi imaginación. Su hálito terrible, aparecía dibujado con ondeantes lineas expelidas desde su cola, para espanto de quienes anduvieran cerca. Por eso la noche en que Ivonne, sacó a pasear a su perrita por la huerta de tomates, del lado de la mañana (así se llamaba la calle: morningside lane) creímos que por fin a los gringos, se les había explotado una de sus plantas nucleares y que tras el olor, que agresivo e inclemente invadió nuestro espacio, empezaríamos a caer como moscas de Chernovil, sin que quedara rastro de nuestra existencia por el planeta.

La niña cruzó alarmada la puerta principal, seguida de cerca por la perrilla y mientras corría hacia el baño, donde con todo y ropa se disponía a bañarse usando toda clase champús y jabones de olor de la casa, el animalito, todavía enceguecido, limpiaba su cara refregándola contra el tapete de la sala, intentando librarse del aceite disparado por las dos bolsitas que guardan celosos en el ano los zorrillos para que los protejan de cualquier peligro o de ser devorados por una bestia o atacados por algún hombre.

El agua de la regadera, lejos de disminuír, alimentaba el aroma y lo esparcía a través de la casa entera y no hubo bicarbonato de soda, alcohol, limpiador mágico, ni olor artificial, que nos ayudara a menguar la pesadilla, entonces recordé que en las mismas tiras cómicas, había leído el remedio con tomates y disminuí la cosecha, produciendo por horas, litros y litros de jugo, para lavar la niña, la perra, el tapete y la casa.

Tras la infructuosa lucha y búsqueda de remedio, decidimos refugiarnos en la última habitación de la casa, resguardados tras los vapores del vick, que nos embadurnamos por todo el cuerpo y el rostro. Si conciliamos el sueño, fue por agotamiento y no por la fricción aprendida de los abuelos en las enfebrecidas noches de las gripas más intensas, que en esa ocasión no nos ayudó en nada.

Se celebraba en la ciudad de New York lo que fue el último festival Shakesperiano de Joseph Papp y aprovechando nuestra condición de reporteros y nuestras credenciales de prensa, asistimos a la apertura, donde con gran despliegue se anunciaba la presencia de Gabriel García Márquez, nuestro admirado y releído Premio Nobel de Literatura.

Cuando intentábamos ingresar al sitio de la celebreción nos tropezamos con lo que creímos eran hordas de cubanos, más por el escándalo que hacían que por el número de integrantes, que nos agredían física y verbalmente, tratando de obstruír nuestro paso al teatro.

Ivonne, portadora de la cámara filmadora, se quedó rezagada de nosotros varios pasos, por efecto de la aparición de la policía que corrió a protegernos de los anticastristas, que pretendían a golpes obligarnos a pensar como ellos y con sus insultos, impedir que disfrutaramos del gran escritor.

La niña tuvo entonces una idea de última hora, se deslizó como pudo y abrió el estuche de la cámara, que había permanecido –testigo mudo- sobre la mesa del lugar donde la perra se limpio el hocico. El olor concentrado en la maleta, detuvo la mano que como garra de una de las agresoras, pugnaba por agarrar su cabellera, casi consiguiéndolo y frenó la marcha de los otros cinco gatos, que pasaron de frustradores a frustrados, gracias al zorrillo que se atravesó en nuestras vidas la víspera con su aroma salvador.


Midaz.

Febrero 27 2007

Oscuros fragmentos

I

Después del tiempo
del rigor mortis
y de la seriedad
de los difuntos,
con sus eternos dientes
las calaveras
se mueren de la risa.

Monday, February 26, 2007

Intimos Monólogos de las seis de la tarde.

Te miro desde la historia de mi derrota y me produces lástima, esa lástima que inspiran los perros abandonados en medio de una avenida convulsionada, un sentimiento que poco tiene que ver con la ternura y que raya en los límites del desprecio, el mismo que me profeso a mí misma, que no hiere ni lastima, pero que como piedrecita en el zapato incomoda el andar, arena en los ojos miopes donde te perfilas indigno y cruel.

-Qué tanto es una vida, el instante en que te abrazo, el sabor de tu piel que se adhiere a mi recuerdo, los momentos en que te adivino en otro lecho, la hora en que te pierdo o la misma en que nadie te gana, porque los sentimientos no son una competencia y tambien navegan en el heraclitiano río que discurre y que nunca es el mismo cuando nos bañamos en el.

-Yo sé que en otro lugar de esta ciudad canalla, contemplas el mismo atardecer y se te cuela en los sentidos con el mismo fuego que se perderá en la noche y verás el brillo tenue diluírse en sombra y las amoratadas nubes tornarse vacío en el adormecimiento del crepúsculo.

-Yo estoy ahí, en ninguna parte, en el mismo lugar que deambulamos todos, creyéndonos la historia de ser y existir en el instante orgásmico de la mentira que nos mantiene vivos para seguir creyendo. Aquí, dulce sofisma, aguardando el sonido de tu nombre pronunciado en la tarde de la despedida, en el lejano movimiento que marque el designio de no verte.

-Sabor a ti, aroma que se extiende cuerpo adentro, sutil sabor de amor en el lujurioso aliento, en el gemido mudo, instante que se pierde en las luces intermitentes que nos hacen huir del territorio tibio, hacia el helaje del miedo en las manos de la realidad.

-A través de tus ojos para inventarme feliz - para reconstruír el saldo de las jornadas idas- contemplo la vida nueva, ésta donde permaneces a pesar de los demás a pesar de la circunstancialidad del tiempo que se acaba, a pesar de los ojos que vigilan

-Me dueles, pero por ser tú, me dueles menos, me dueles con calma, lentamente acostumbrándome, acomodando mi piel a lo que viene… dueles despacito en el brillo de los ojos que rodará tibio en el ángulo errado de mi cara, hacia la nada.

-No sobreviviré, no quiero. Los hechos pies descalzos sobre el fuego se detienen en el temor odio que los mueve, se advierte la oscuridad en la mustia flor que se dispone a morír, talle quebrado del ensueño, hoy no era el día de soltar mi mano entre la ola terrible, de apagarme la voz que generosa daba luz a mi andar, pero vive tú, que yo te amo, aunque termine odiando el momento en que lo hago.


No hay futuro si no vives la intensidad del hoy te quedarás rezagado y vacío en una competencia absurda sin ganador ni vencido, siente, elévate a las más altas cumbres de la soledad.

-Para qué insistir en proseguir, no existe ninguna razón para nada. Hablamos dando vueltas, sin llegar a ninguna parte, andamos sin encontrar el lugar apropiado donde posarnos firmes, subimos el telón, persistimos en la farsa, marionetas sin voluntad fingiendo ser dueños de nuestros actos.


-Una lluvia de flores me detiene en la tristeza de este 8 de abril, es primavera y tu imagen se me filtra en el alma en esta tarde que compartes con otra gente, en esta tarde que no estás, pero sigues vigente en el estremecimiento de los pétalos que caen a mis pies formando colcha rosa desmayada en la acera.

-Anda, aspira el aire tibio del atardecer que en él estoy diluída, lejos de la voz que pretende exterminarme, aquella que cree que dicta la sentencia definitiva para decidir el rumbo de mi vida, la que no sabe que yo soy la audacia de atreverse a florecer entre el helaje, a sobrevivir entre las cuatro paredes que pretenden aplastarla y exterminarla soy la misma que sueña frente al mar, la que se escapa en una nube en el momento mismo de la desventura, la que te ama y te llama sin escuchar la otra parte, soy la que vive de sueños fabricados al éter de la locura que me copa.

-No me mueve la conmiseración con que me trata el monstruo, no me roza su dureza de oro, sigue siendo la prostituta del mas puro deseo y del mas casto lecho su desprecio. Navego hacia otros puertos donde me espera el alma en el momento íntimo de la única verdad: tu sentimiento, ahí donde palpitas y te sientes vivo y te sientes hombre integrado a la naturaleza a la energía pura, donde te sientes partícipe del universo, ahí te encuentro ahí me quedo y ahí te amo, donde nadie llega y se acaba la fuerza y el deseo de dominar y ser dominado, en la desolación suprema del ser cuando se ve a sí mismo inconmensurable y se siente liberado, etéreo, eterno en el tiempo y el espacio.

Sunday, January 28, 2007

Disfrutando del arte

Con Alfonso Melo del Grupo de Barranquilla. 2006 Posted by Picasa

Morir en Bogotá

Morir en Bogotá

Morir

A René García y otros amigos



Yo los he visto morir,
antes que las balas criminales
los tocaran y los desgarraran.
Antes que el exterminio al cual se sometieron,
los atenazara con células cancerosas
o les destrozara los pulmones y las piernas.
Yo los he visto morir porque creyeron
porque todo lo dejaron
para seguir sus sueños.
Unos dejaron a Dios,
otros sus hijos, su casa y sus amores
como apóstoles en busca de la verdad.

Yo los he visto morir
porque se dejaron morir
porque no comprendieron
porque los mató la realidad,
porque al mirar de frente
sus ideales no eran nada
y se encontraron con las manos vacías.

Unos creyeron en la guerra
otros creyeron en la paz
y ambas fueron un espejismo,
como fue un espejismo la justicia y la igualdad,
como fue un espejismo el mundo que quisieron
forjar.
Un intangible espejismo que se les escapó
como el agua entre los dedos.

Se llamaban Jorge, Mauro, Pablo o Ariel,
el nombre nada importa,
como nada importó su vida ni su muerte.
Pasaron y se fueron,
antes que los diarios registraran su muerte física,
antes que el calendario marcara la fecha fatídica,
antes que sus admiradores y sus detractores,
que sus amigos y sus enemigos,
llamaran por teléfono a Miami y a Suiza
para contar la nueva.

Monday, January 15, 2007

Nuevos Fragmentos

Mi mano demonio alado
prodiga fuego a tu cuerpo

y se detiene amorosa
en el ascenso

sobre el nudo ciego
del suspendido azul de tu deseo.
¡No amarás a otro hombre!
-la soga al cuello-
pero mi mano profana
continúa en el intento
sobreviviendo decretos
que dicta el infame celo.
Aquí me quedo en tu noche
velando ciega tu sueño.
Aquí me quedo en la sombra
desafiando los silencios
y la mirada de piedra
helada del carcelero.
Aquí me quedo por siempre
-candor y arrojo cubierto-
en el ensueño que tejes
mientras que yo me lo creo
y me lo visto y lo luzco
donde sólo yo lo siento
en mis muñones de alas
que crecen cuando te veo,
amordazada y gritando
para conjurar el miedo
de las serpientes que anidan
rondando cerca a mi lecho
y del tiempo que no tengo
junto a los relojes quietos.

Aquí me quedo.

La Fiesta de la Friducha

Aniversario

 Un día, otro de tantos, fue una fuga audaz... Cincuenta y dos años no son nada, es posible que sean una vida que se reproduce en cuatro, oc...