Monday, March 28, 2022

Polvo en el viento

Había decidido,

como decía el poema 

“no morirme ahora 

porque no había tiempo 

ni espacio para mi calavera 

en ningún cementerio”

Hoy he cambiado 

mi manera de pensar 

y he decidido 

contravenir las cuentas 

porque al fin y al cabo 

el polvo no necesita 

espacio 

solo el viento 

que lo lleve 

en la soledad

bestial

hasta el infinito

corazón 

del tornado final

de los tiempos.

Wednesday, March 23, 2022

Amores

 Historias del colegio


Nos dijo que era de Chihuahua, llamaba a los tomates jitomates y nosotros, mi hermano y yo, le creímos, éramos muy niños y estábamos orgullosos de nuestro maestro mexicano. No era cierto y sin proponérmelo descubrí su mentira muchos años después. 

Yo, más que orgullosa de mi profesor me enamoré de él, pero claro era un hombre mayor para mí que sólo tenía once años. Por supuesto él jamás me trató como una mujer sino como la niña que era y eso entonces me ofendía, para mi cumpleaños me llevó una sorpresa con juguetes envuelta en papel de seda rosado y mi decepción fue enorme. Al siguiente año me regaló el libro Los de Abajo de Mariano Azuela y ahí sí me emocioné porque sentía que me iba considerando más madura. Después de una vida transcurrida, aún recuerdo su número telefónico y la dirección de su casa paterna.

Su novia de entonces se llamaba Amparo y tenía el cabello rojo que como una cascada caía sobre su espalda, era una muchacha mayor y muy linda, pero a mí me parecía antipática.

Sotillo nos llevó al teatro a mi hermano y a mí, nos presentó los  actores del momento y nos hizo conocer las grandes obras de esos años. Se unió a un grupo importante donde representó a  un Hamlet subido de peso y para eso, decía que debía ingerir sus alimentos y acostarse luego, consiguió su propósito y engordó un poco. Recuerdo que la línea de sus pantalones grises se tornó más curva y yo lo veía precioso.

De él aprendí la palabra aguerrida y la asumí como propia. El teatro se volvió su casa y a través del tiempo cuando ya no era mi profesor de biología de primero de bachillerato lo veía por la televisión como uno de los más cotizados actores.

A él le debo el amor por ese género que desde esa época se convirtió para mí en una pasión, en adelante no falté a un solo festival y en el cuarto año de bachillerato me hice actriz junto con mi hermano que resultó excelente en su interpretación. Nuestro experimento solo duró dos años.

Nunca volví a ver a Sotillo y la única vez que nos cruzamos, creo que no me reconoció porque no me saludó, en mi inseguridad infantil supuse que no lo hacía porque ya era muy famoso.

Ahora se lo muestro a mis hijos y a mis nietos como mi primer amor, pero,sobre todas las cosas como el hombre más íntegro que conocí siendo una niña. A pesar de su mentirilla.

Wednesday, March 16, 2022

Barrio

  

Aparece de pronto 

confundido

entre sombra y reflejos 

que se lleva la brisa 

de los puertos

camina presuroso

devora cielo y suelo

con camuflados ojos 

tras un oscuro vidrio.

 

Los niños juegan

en las esquinas 

de los barrios pobres

mientras cumple  

puntual la 

balacera 

su cita inaplazable

de ineluctable noche 

circulan los amantes y 

ruedan los autos 

por las calles

Recuerda entonces

en su marcha 

el viento de otras calles

no todo era tan malo

vuelve el paisaje 

conciliador

aparece el faro 

en medio de la tarde 

y las gaviotas bajan 

con su ruido y su canto 

con aletazos blancos, 

se alimentan de carne 

y un quemante 

sol invita al sueño 

junto al mar desafiante

y desfila otra gente 

con sus lentes oscuros, 

que les cubren los ojos,

el mar lame con saña

diluyendo en arena

las huellas de la sangre.


Janet


Janet miró un instante su rostro en el gran espejo del baño público al que tuvo que acudir de emergencia y quedó embebida frente a su cara que parecía doble. Por un lado era hermosa y de rasgos como dibujados por un pincel maestro; delgada ceja enmarcando un ojo clásico que parecía maquillado en el borde de las pestañas, suave piel que destacaba su mejilla rosada y una tersura inmejorable que aparecía desde su discreta blusa expulsando de adentro la blancura de su cuello.

La otra mitad en cambio, tenia la piel recogida y el ojo deformado por las quemaduras que llegaban como la misma llamarada desde abajo, abrasando su pecho, su cuello y sus brazos con un pergamino agreste, endurecido, que no le permitía acomodarse a su pómulo y subía hasta más allá del cabello que tampoco crecía para disimular con él su lado izquierdo.

Janet voló en un instante hasta la casucha donde estaba durmiendo con sus hermanos; una construcción de cuatro endebles paredes levantada por su padre tratando de que encontraran abrigo en las noches de frio y hambre. En el mismo suelo compartían una espuma vieja y raída, olorosa a la orina de los niños que a pesar de dormir acurrucados unos a otros y del abrazo materno; no podían superar el frio nocturno. Esa noche fue distinto, el padre cruzó la tabla que servía de puerta con una olla caliente en la mano y en dos jarritos metálicos como los que usaban en el ejército, brindó a los niños un líquido tibio y dulzón, que no se parecía mucho al agua de panela que solían tomar cuando reunían para comprar una. Habían almorzado con arroz que la madre consiguió entre sobras, estaban hambrientos, el estómago comenzaba a sonar con ese ruido que todos conocían muy bien, de modo que la bebida les cayó bien y quedaron satisfechos con la cena de papá.

Él acostumbraba a llegar de vez en cuando, en el momento en que los niños se aprestaban a dormir y al despertar en la mañana, ya no estaba, por eso no lo veían mucho, ni sentían gran afecto por él. Si estaban despiertos, los insultaba y los miraba con ojos amenazantes que les inspiraban miedo a todos, menos Janet que ya estaba crecidita y lo veía con rencor. Lo había visto tirar del cabello a la mamá y hacerla llorar con su maltrato y su grosería. Nadie sabía a qué se dedicaba pues nunca tenía dinero, ni respondía por los escasos gastos de la casa.

Los niños más grandes asistían a una escuela pública y al regresar, debían encargarse de los más pequeños. Era casi imposible mantenerlos callados porque siempre tenían hambre y no había forma de alimentarlos. La madre siempre estaba cansada y enferma porque constantemente tenía enorme la barriga y todos sabían que pronto aparecería un hermanito más para cuidar. Eso no les gustaba porque sería un poco de comida menos cuando consiguieran, que era en muy escasas ocasiones. La vida era dura y ellos entendían que a los padres había que quererlos porque les habían dado la vida, pero si eso era la vida, ellos preferían no haber nacido al menos en ese estado previo no sentían hambre ni sufrían. Nada les garantizaría algo de bienestar o de comodidad si su amor por los padres crecía, no pensaban en ello.

Todos quedaron dormidos rápidamente, tan dormidos que no sintieron el chirrido de las llamas que comenzó de pronto muy pequeño y se extendió perezoso en el frio de los cuatro metros cuadrados, llenando de humo adormecedor el recinto, cuando alcanzó la espuma del suelo donde reposaban y devoró su carne. No se percataron de las llamas que lamieron sus cuerpos hasta muy tarde cuando era imposible hacer algo para huir de ellas, algunos gritaron del dolor y la madre entre lamentos pronunció, enredados en angustia algunos nombres que se perdieron en el torbellino de catástrofe del lugar. Solo Janet, que no había bebido mucho del brebaje paterno, alcanzó el patio y se echó agua en la cara de una vasija que recogía la lluvia y que ella recordó en su desesperación, lo hizo hasta que el dolor se lo permitió y cayó con su leve peso sobre ella, la forma de barro cocido penetró su desleído rostro y lo deformó en una línea honda con el filo de su borde; luego se desmayó.

No sintió los gritos de las personas que vivían cerca y que se acercaron con ollitas de agua intentando apagar el incendio que voraz acababa con la vida de los cinco hermanitos y la mamá de Janet. En el mismo momento que el hombre ebrio se echaba sobre el piso de una pobre alcoba construida con trozos de madera donde dormía su otra familia.

Sunday, March 13, 2022

Estulticia

Perdonen mi estulticia, 

pero no puedo 

como un contabilista 

transformar 

las aterrorizadas caras 

de las víctimas 

en cifras, 

en columnas de números muertos, 

en escalas dibujadas que crecen 

y decrecen sobre un papel inerte. 

No soy un estratega militar 

que habla de bajas, 

que está acostumbrado 

a los cuerpos desmembrados 

a contar las victorias y 

la gloria sobre cadáveres y 

edificios derrumbados.

No soy como los hombres 

de piedra que sentencian 

en mapas y luego lanzan 

las bombas asesinas, 

que envenenan el aire, 

no soy como aquellos 

que organizan los tanques aplastantes, 

perdón por ello, perdón, perdón. 

No pertenezco a este maldito mundo 

que decide quién vive 

y dónde debe hacerlo.

Perdón.

Saturday, March 05, 2022

Flores muertas

Hirviendo 

muchos días 

entre sus aguas del pavor 

Las flores 

se desnudan 

sobre las tejas 

españolas,

el viento 

se encarga de llevar 

los pétalos muertos

hasta allí 

Mi Ithaca

No me esperes Ithaca 
mi camino 

no tiene retorno 

me he echado a la mar 
para perderme en olas 

que me lleven 
a playas donde evoque

las lejanas tristezas
con mi llanto de sal

diluido en otras sales 

de interminables aguas. 

No me esperes Ithaca

se perdieron

los pasos desahuciados

esperando la tregua 

del jamás.

Mi Ithaca está muy lejos 

de esas aguas

y no aguarda regresos.

Las nieves de Los Andes 

manchadas con torrentes

de sangre de guerreros 

se siembra entre cenizas 

de huesos calcinados

con ruido ensordecido

de infames tableteos

de metal rechinando

entre la vieja memoria 

de las rocas

murmurando un gran llanto 

en palabras que un día 

se lanzaron en gritos 

y murieron al viento. 

No me esperan

Los Andes inclinados

con la fuerza del tiempo

aplastando ciudades

que anteriormente amaba

atadas a sus faldas

y el suelo tapizado 

de viejas calaveras

en un descanso eterno

sin encontrar consuelo 

ni camino ni pasos

que susurren regresos


La Fiesta de la Friducha

Aniversario

 Un día, otro de tantos, fue una fuga audaz... Cincuenta y dos años no son nada, es posible que sean una vida que se reproduce en cuatro, oc...