Friday, September 29, 2006

Fragmentos

HISTORIAS DE MEDIO PELO

Uno:

Todo estuvo mal programado en mi vida. Nací con dos meses de anticipación en circunstancia fortuita y ni mi madre se enteró hasta pasado el primer llanto que tuve que emitir para respirar. Los astros no estaban preparados para mi nacimiento y me dictaron un futuro improvisado que no quedó registrado en mi carta astral porque no habia tinta ni polvo estelar que fijara mi camino. No hubo hadas madrinas, ni brujas malas y anduve desde entonces un poco perdida en mi afán de descubrir el mundo, no me acompañaron buenos ni malos deseos y comencé una existencia neutra, colocada en medio del camino sin participación ni voto:
Nací mujer...

Dos:

El tiempo camina lento como si se complaciera en aumentar mi ansiedad, como si supiera la angustia que cada uno de sus pasos amodorrados de anciano milenario, produce en mi corazón atormentado, como si amangualado con los que no me quieren, anduviera a pie los montes y no pudiera atravesar los mares para llegar a mí como si fuera otro tiempo que no tuviera que ver con el tiempo que descompone a su paso los ángeles custodios de las cosas amadas, el que sumerge en la muerte las pasiones incendiarias, el que camina raudo como si anduviera los trechos, adivinando que todas las palabras son mentira, que flotan en una tierra ajena a nuestros sueños más queridos, mentiras que roban la hermosura e inundan las pulpilas de tristeza irremediable. No pareces tú el tiempo que cierra los ojos con dedos absolutos el que indolente no nos devuelve lo adorado ni regresa la vida, ni la infancia, ni la felicidad perdida.

Tuesday, September 26, 2006

Agridulce. Fragmentos


I


Debajo de la tarima de la virgen donde soñabas imposibles milagros como la sonrisa de tu padre muerto, ahí donde saboreaste el agridulce de la comida podrida, que tus compañeras del internado escondían y luego olvidaban entre las vigas para evitar la maldad de las monjas que se la decomisaban, para que igualmente se pudriera en poder de ellas. Ahí donde tú, como los niños del basurero, encontrabas los tesoros cubiertos de pelusa blanca y verde; que aliviaban el hambre sin memoria y que no podían ser arrebatados de tus manos como te habían arrebatado todo desde la noche sin luna en que se te ocurrió adelantarte a tu destino y nacer sin que nadie te esperara, sorprendiendo hasta a tu propia madre. Agridulce podredumbre, paliativo que hoy en palabras calma la misma sed y hambre sin tiempo.

II

Me cambias el tema en la marcha como quien manipula la carrilera y confunde los vagones de un tren que torpe rectifica el rumbo, tras detenerse y tornar atrás en la esperanza. Mueves los hilos uno a uno, a los que me aferro apasionadamente como lo único que me ata a la fantasía, el único camino a ti, mi amada mentira, agridulce aroma de tu cuerpo que huele a ti y a ella, a ti y a otras y que calma mi sed y hambre de niña atrapada en la infamia del grito que me espanta, en la miseria del miedo que me ronda, en la agresiva cotidianidad que me roba la vida. Alimento, alimento, hilo de fuego entre mis venas, energía en mi carne, ensueño en mi locura de estar en algún lugar sin nombre ni etiquetas, dolor que me recorre y que se empoza en mi condena.
Estridencia, abuso tatuado desde el primer cruce. Vociferas, escupes sobre los rostros que te enfrentan…

III


Los hombres llegan en diferentes tiempos y siguen el ritual mientras observas y abrigas en la sordidez de tu sonrisa, el triunfo de la infamia, el cuerpo se estremece sin fuerzas para resistir el embate que lo aqueja, pero sigue adelante con estoica firmeza. Sin fuerzas para pelear, siempre lo mismo, aguardando el milagro, el día que descalza deje mis huellas en la arena sin mirar atrás, sin prisa de llegar a alguna parte, quizás con una mano que al contacto abrigue la otra mano soñando la tibieza.
Cierro los ojos y te adivino en el lecho hendiendo tu silueta en reposo bajo la sábana donde se dibuja otro cuerpo cobijando la traición, cuando las sombras conspiran contra mi inocencia y mi confianza. Pensamientos que me corroen en la bajamar de mi desventura.


IV


Estabas de rodillas ante mi cuerpo desnudo de modelo forzada y posabas tu avergonzado rostro entre mis piernas, tus poros despedían la más sublime ternura en el ambiente espeso, que segundo a segundo decantaba el miedo de los minutos que antecedieron la lucha enfebrecida del deseo, te quise abrazar para aliviar en algo la agonía, pero sólo quedó la mueca congelada del desconcierto flotando entre la noche.

V
Libramos las grandes batallas y pretendimos las grandes revoluciones, pero nos quedamos muertos, ahí tendidos bajo la hierba a los pies de la montaña que nos vio pelear, volviéndonos cal sin que se filtre un hilo de luz por los intersticios de la vida, sin que se cuele un grito que nos conmueva en esta muerte que llevamos…

VI


Después de todas las saudades de ti, cuando el primer ámbar del espejo roto refleja los fragmentos de mi rostro traicionado, sucede que te odio, con un odio forjado con las lágrimas de la noche, con un odio lento que se inicia en la descomposición de los colores del crepúsculo de la soledad de la víspera y de dos años atrás, escenario desde donde me llegan cada una de tus mentiras para afianzar mi desamor y el tuyo.
Hoy cuando la luna llena no me acaricia sino que suspende mi sueño para agredirme en el recuerdo de otras lunas que me regalaste antes del desprecio del silencio y el abandono. Antes que este sentimiento, que bordea los peligrosos abismos de la conmiseración del amor propio y los celos, se apoderara contaminando lo más hermoso que anidó en mi corazón y que hoy lloro sin llanto. Antes que se diluyeran los últimos besos y se suspendieran los abrazos y me llegara tu voz por el hilo del teléfono y el mensaje mendrugo que me tiras desde el olvido.

Monday, September 18, 2006

Juan Rulfo

JUAN RULFO


Quizás todos somos habitantes de Comala o de Luvina y deambulamos tristes por la bruma espesa del recuerdo que a veces nos da espacio para dejarnos sentir la vida o la muerte. Quizás estamos movidos por el viento que nos arranca de raíz o nos planta para mostrarnos lo que lleva entre su canto, mientras espanta el sol o simplemente mientras nos enseña su queja larga y tenebrosa con historias de los que han sido y de los que serán. Sueños de amor y de pena irrepetibles que habitan en su ruido perpetuo.

Todos vivimos ahí donde el tiempo se amontona, donde buscamos incansablemente el camino al padre, al amigo, a la madre o a los hermanos en una permanente angustia de sabernos vivos o por lo menos, de sentir que alguna vez lo estuvimos.

La universalidad de Rulfo es la tristeza, las almas vagando, los soldados quemando el llano, (antes a mano, ahora con napalm y computadoras) y matando sin molestarse en mirar al oponente. Su universalidad es el interrogante, los ecos de las voces de siempre; la nostalgia, esa vida que nos bebemos a sorbos en los suspiros.

Quizás todos somos muertos huyéndole a la muerte o vivos jugándole a la vida, escuchando los murmullos del pasado que es el presente, siempre caminando con la esperanza de una respuesta a tanto interrogante…


Midaz.


09/09/06

Thursday, September 07, 2006

Rojo y Azul Bajo la Lluvia de Septiembre


Con la tenue llovizna
rebotando en el plástico
que cobijaba el ansia
del encuentro aplazado.
Con la añoranza viva
del duermevela largo
y con el cuerpo tibio
de temblores amargos,
huyéndole a los ojos
que refrenan el vuelo
en posesivo rapto,
venciendo la ignominia,
llegamos al abrazo
y en un pacto húmedo
de recorridos sueños salpicados,
en medio de la calle
juntamos nuestros labios.

Midaz. 9/5/06

Wednesday, September 06, 2006

Paloma Negra

Ella habría de morirse recordando la cara descompuesta con el pelo recogido en moño negro que hacía más prominente su bocota pintarrajeada de saguinolento rojo, acompañada de la sombra que la apretó entre la camisa de fuerza y la arrastró inmisericorde por la avenida de Chile, los enfermeros torvos y la mona vendida por una fallida masturbación en el ascensor y una promesa del sobrino gracias a quien desde hacía seis meses podía disfrutarla. Le habían tendido una trampa y cayó como habría de caer mil veces, como cayeron y caerían los enamorados del mundo, mientras les quedara una llamita en el pecho y una esperanza en el corazón. 
Caería...
Apareció sin anunciarse, le golpeó la vista con un rayo de luz obsceno, era lo antiestético, la negación del arte, arte para morír sin pena, proserpina, proserpa, mil demiurgos con mujeres, mil demiurgos sin mujeres mil mujeres sin demiurgos. La seguía su séquito de carcajadas, gritos, estridencias, ignorancia y vulgaridad, vulgaridad, vulgaridad. La recua de hijos mocosos y maleducados, el esfuerzo de aceptarlos como parte suya. Los amaba, y los odiaba en un irreconciliable sentimiento que le producía angustia.
Recordó las actuaciones malditas, la escuela de arte dramático, el comienzo de su propia tragicomedia... bruja repelente, ignorante espantosa víbora, ¡sáciate con mi sangre, bébete los restos de mi dolor! yo seguiré borracha por el mundo olvidando en alcohol las injurias de tus actos, la vergüenza de los míos, derrochando en parrandas lo que queda de mí, lo que nos queda de lo que fuimos o de lo que creímos ser.
Te presiento de lejos, desde el mismo lugar donde conjuro mi amargura, donde me han apartado en mi delirio, donde han atado mis sentimientos y me conducen por vericuetos espantosos, mientras tú me llamas. El mismo lugar donde me dictan la sentencia de ser nadie, donde me condenan a muerte por ausencia, donde las blusas blancas me manchan y los choques eléctricos me humillan, recordaré tu nombre y me condenaré a pronunciarlo eternamente para expiar mis pecados y mi culpa por haberte abandonado, por no haber librado mis ataduras y estar a tu lado cuando más necesitabas de mí, cuando llorabas y te morías de amor cuando a gritos requerías mi presencia, cuando enterraban tus claros ojos de la ternura.

Mona, tu serás mi castigo, me gastaré buscándote para que golpées mi rostro y me digas puta en cada amanecer. Te imploraré amor y lo conseguiré a fuerza, cerraré los ojos a tu ninfomanía. Me dictarás la orden de no enamorarme de ti -como si el amor pudiera ser decretado, creado o borrado a voluntad- y no te escucharé, ni te obedeceré, a cambio te poseeré como un macho sin herirte ni rasgarte. Me apoderaré de ti como un hombre que se cree con derecho de propiedad y de uso.

Todas las noches, el hombre se desliza entre la sombra que invade el aposento, me besa entre mi miedo con su baba fría me atrapa contra el muro. El es grande y fuerte y me apabulla. Yo seré como él, dominaré, lameré con su fuerza contra el asco, temblaré de frío, de miedo y de placer en una sola arcada que escupa esta masa que me aplasta adentro. Osita de felpa, niña, osesna sin arma que me ofenda, rompecabezas incompleto, serás paz y pavor en mi extravío.

Amo la vida por tus ojos
y respiro por tu boca...


Acaricio tu cuerpo de guitarra, tenso las cuerdas en la punta de mis dedos hasta hacerme daño de ti, beso tu boca y otras bocas, toco tu pecho terso perfumado me extasío en ti.

"Tus senos carne de anón..."

Maldita bendición que llega tarde, cuando todo es irreparable, suena guitarra sé mi voz de dolor, repite y grita su nombre si no te escuchó.
Beberemos de tu copa valerosa, sudaremos el zapateado del último flamenco de riñones fajados, lloraremos los últimos latidos en la arena fría de esta playa muerta donde no me exilio maestro, de donde vuelvo, eterno retorno a tí, a ella, a mí...

Violador, soy la perra que tocas, el rabo entre las piernas de la pena, visiones de un azul que sigue huyendo, purga tus culpas que el camino está cortado en mil recodos y seguirás perdida hasta el fín de los días, atada a la locura colectiva, a la locura propia que te baila en las venas y serpentea en tus sesos poseídos desde siempre y para siempre hasta que te dure el veneno.

Todos ustedes me han humillado, han abusado de mí cuando debian cuidarme y protegerme, han sido mis verdugos, justamente ustedes en quienes mas confié y a quienes mas amé, ustedes los escogidos, los cercanos, los queridos, los únicos, mancillaron mi inocencia y me arrastraron al abismo. Los odio, los repudio y los maldigo... Les pago con la misma moneda que Dios manda; los desprecio y los olvido.

Cantaré, a todas horas cantaré en mil gritos, me desgarraré y me desangraré para purificarme y retornar mis aguas a la cristalinidad a la diafanidad suprema entre tu vientre, al abrigo de tu amparo a la primaria tersura de tu cuerpo débil maltratado, a tu ámbito suave de mujer mujer, de madre madre, de niña niña; a tí.

La miras y no la ves, no reconoces su canto alucinado, te supera en calor te agrede y te seduce y casi te derrota cuando estás en el piso maltrecha, ella sigue cantando sin tu voz, rasgando la guitarra sin tu fuerza imitando tu acento, no siente no ama como tú. Ella miente, para conseguir lo que quiere, persigue su obsesión, se ha quemado los pies para tenerlo mientras él huye en un taxi y la deja sola, abandonada en medio de la oscura ciudad que la devora y entonces vuelve a ti para jugar el juego interminable con su inocente mohín de nena buena que tú adoras y por el que eres capaz del sacrificio de ti misma.

Manolo no vuelve y la vida se va, hermana y madre, martiña, niña que me busca y no me
encuentra, mientras tú me torturas y yo me apago en este hospital que ostenta el nombre del mundo en que me pierdo, 'hospital del dolor' que no se cura. Saliste del ascensor enfebrecido de viejos sentimientos con la presión en el cuerpo y la angustia en el pantalón, recorriste el camino hacia ella como quien se aproxima al patíbulo con placer abrigado. Ella es asco y pasión incontrolable. No importa lo que pisotees, no importa lo que dañes ni a quien traiciones, sigues adelante hasta perderte entre sus labios anhelantes y sucios. Ahí te encuentro y ahí te quedas retorcido en la mueca que te denuncia, paso infernal de tu extravío.

Las notas de la Alhambra resonaban arpegios en tu oído, tibia noche sin fín, agua rota que no encuentra su cauce, finos lamentos, golpe definitivo. Tejido de mi carne llegaste cantando en un grito las notas de tu nombre, lloramos por distintos caminos y fuimos placer y furia en el filo del deseo, en el fuego del último sonido demencial, seguiremos en la búsqueda, en la inútil búsqueda de lo desconocido, jugándonos en cada canción, otorgando besos y caricias, evocándonos niñas indefensas en las viejas fotografías en sepia, con ojos temerosos que presienten el irrevocable destino trashumante, la ausencia irremediable y el amor como perro maltratado, echado lamiendo los pies que lo golpean inclementes.

Recorrido el camino, maquillo la traición acomodo el dolor y con maniqueo entusiasmo deshago el periplo hacia atrás dando botes de abajo hacia arriba de la cuesta, soy la paloma negra contra la reja de un penal... y ahí te veo en el comienzo de los días, pequeño y desvalido, esquivando la mirada que perdona y olvida toda afrenta,

"Y aunque te amo con locura, ya no vuelvas...
Paloma negra, paloma negra, ¿dónde andarás?"


Hasta aquí llego, aquí me quedo con mi música triste que te implora, buscándote en cada amanecer, añorandote en los ojos verdes que se crucen en mi noche, recordándote en lo inmisericorde de tus actos, en la corrupción de tu cuerpo amado, en tu maldita sonrisa acomodada al antojo de tu próxima víctima. Aquí como en los viejos tiempos de la cobardía del niño que te dejó plantada, como en las largas esperas en la sacristía del cura del pueblo con el que te perdías horas enteras, exorcizando demonios trasnochados y expulsando sapos y serpientes desde la concupiscente fiebre de tus piernas Aquí desde la desolación de esta sala de paredes heladas, desde este sanatorio donde he vomitado mis últimas miserias y desde donde te canto mi última canción, desde donde respiro por tu boca desde donde los latidos de tu cuerpo son los de mi corazón.

Un alma bajo tu piel está,
está llamando a la mía...


La vida no retorna, los daños siguen su curso de avalancha sin posibilidad de escape y aquí termino sin pretensiones ni artificios, lejos del alcance del garrote vil de tu mano de niña que yo amaba.

Da lo mismo si he muerto ayer o hace cinco años, tú no te enterarás ni colocarás una flor sobre mi tumba que recibe los pasos de los que deambulan en su culpa. La tristeza no muere, sobrevive en el mármol frío, traspasa las fronteras y se anida terca en los corazones arrepentidos.
Ha cesado la búsqueda, desde ayer supiste que no volvería mi voz, ni mi guitarra, y debiste saberlo hace mil o dos mil días y debiste llorarme o acompañarme y debiste abrazarme y consolarme posar tu mano entre mi mano o cerrarme los ojos que ya no te verán llenos de amor, pero el tiempo no mira hacia atras y tú tambien te has ido.

No hay calma para esta sed no la hay
Si no es tu boca en la mía...


Ya no sé si me verás en tus sueños plagados de remordimiento, si recorreras las calles compartidas en la fiesta de la vida, si repetirás mis canciones bajo el flagelo de la lluvia invernal o si tu figura desdibujada por la bruma de las seis de la tarde zanjará a pasos acelerados el espacio del encuentro renovado con un nuevo amante, mientras el polvo de mis huesos desaparece en la ceguedad del viento que te roza.

No sé si cuando las puertas se cierren y el telón caiga estarán aquí, hermanos y sobrinos, tíos y amigos, amantes y enemigos todos, llorando un llanto tardío que alivie su egoísmo. En Cali, en Miami, en Bogotá o en Hamburgo, cada cual en su escondite donde guardan su culpa de la mirada de los otros que los ven limpios y felices mientras yo me diluyo en canción y en luna, mientras me aparto despacito del recuerdo y de los lazos de sangre y me convierto en soplo del otro lado de la vida, donde me aguarda lo que fue mi única verdad que permanecerá en melodía perdida en el tiempo que me tocó vivir.

La Fiesta de la Friducha

Aniversario

 Un día, otro de tantos, fue una fuga audaz... Cincuenta y dos años no son nada, es posible que sean una vida que se reproduce en cuatro, oc...