Thursday, January 06, 2022

Ruidos

 Todos oyen los ruidos, los de afuera, los ajenos 

bochinche vocinglero, yo oigo los míos, 

interiores, silbidos constantes, sonidos que con nadie comparto, 

propios tamborilean en mi cráneo, 

hacen un baile particular y no se apagan, 

me acostumbro a esa doble música destemplada 

sin que ninguno de ellos ni íntimos ni exteriores 

interfiera con el otro, son independientes aunque viven juntos, 

ambos tienen su camino, los de fuera  callan de vez en cuando 

y se convierten en uno solo al alejarse, 

se emparejan o se amontonan y se hacen imperceptibles; 

los míos no, ellos son permanentes, 

conviven con aquellos que producen allá abajo 

las regurgitaciones y el correr de la sangre, 

habitan las circunvoluciones y giran 

en una carrera sin fin dentro de mí; 

no tengo que apropiármelos pues me pertenecen 

y me habitan yendo y regresando 

al chocar con la dureza del hueso 

de mi calavera sorda 

que los devuelve juguetona 

en su curvatura de círculo interminable sin comienzo ni fin.

Se dice que 

los esquizofrénicos oyen claras voces 

que les ordenan acciones involuntarias 

que luego los destruyen, 

mis ruidos no dictan lo que debo hacer, 

sólo suenan ahí, adentro como pitidos inextinguibles 

corriendo hacía los curvos abismos de la nada. 

Son mis ruidos audibles 

en las profundidades del sueño 

y en el duermevela de una conciencia 

que se adormece sola 

y se hunde en las tinieblas 

de la noche y en los rayos 

del sol de la mañana.

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