Sunday, November 10, 2019


No hay Chenco sin Patricia y sin Patricia no hay Chenco

Custodiados por árboles centenarios, los encontré una tarde “En medio del camino de la vida”  nos habían invitado a compartir su vino, su mesa y su sendero adoquinado rodeado de las tibias aguas que a ella le huelen a sal aunque son dulces, tal vez porque le bulle entre las venas el aroma de la costa rebelde que es su tierra. 
Anduvimos juntos por aquel lugar donde ellos, Patricia y Chenco, dedican sus horas artísticas, a la evocación de la belleza desde la memoria de sus antepasados en las murallas que resistieron piratas y sitios de tiranos, donde nacieron. 
Inmortalizando en el más clásico y elaborado oficio, retratos, rostros, talles, palenqueras, flores y bodegones, ella y figuras caprichosas cargadas de expresionismo Chenquero, él. Un ojo que lo ve todo a su manera irreverente, infantil y rotunda donde no hay espacio para la duda porque ahí todo está dicho.
Su árbol genealógico se cruza en el pasado como aquellos que nos dedicamos a abrazar esa tarde; entrelazando raíces y ramas altas que dan sombra y lustre a sus pasos, cansados ahora de tanto trasegar en este mundo ajeno a toda manifestación poética y renuente a la belleza y al arte.
Patricia y Chenco son dos artistas con el alma combinada en una sola voz de protesta, erotismo y fuerza, más conciliadora ella, no por eso débil, e inamovible él. 
Aquí no hay diferencias esenciales aunque así se muestren en sus cuadros, han compartido toda una vida y han fusionado sus inmensos sentires con diferentes colores que al descomponerse son los básicos. 
Como los troncos de los árboles que contemplamos en su compañía, sus propósitos se funden desde sus raíces engrandeciéndose en sus ramas que apuntan hacia arriba, señeros y abiertos a la luz que se filtra para dejarnos con ellos la sensación de un compañerismo, camaradería y fraternidad inigualables y una amistad sincera, imperecedera e irremediable.

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