Wednesday, October 20, 2021

La señora Digna

 

 

La señora Digna

 

 


Historias de mi tío Pacho

 

 

La señora Digna, una bien nutrida matrona de avanzada edad, era la abuela de la casa, su familia, dueña de la panadería del pueblo fue siempre apreciada en la región. Al hijo de la señora, encargado de la administración, le decían Don Trino, no por su nombre sino por el tono de voz, su enorme figura denotaba en cada una de las masas que agitaba al caminar, el oficio al que se dedicaba o al menos el gusto que se daba con los distintos manjares que producía en la panadería, su nieto, en cambio, a quien apodaban comején por el gran apetito que lo caracterizaba, no mostraba en su joven anatomía, trazas de lo mucho que degustaba en postres, panes, roscones. y cuanta delicia se le atravesara.

Todo marchaba a pedir de boca, pero se complicó el día de la boda de una de las nietas de la señora Digna. 

Cerraron durante varias horas un área del local y prepararon la más grande torta. Tardaron toda una tarde en la producción magnífica; la aderezaron con vino, nueces y variada clase de frutas cristalizadas, uvas y ciruelas pasas, además de la sofisticada decoración exterior con cisnes que le daban cuerpo, y con pepitas plateadas sobre una crema blanca como el vestido y la pureza de la novia. 

La torta fue coquetamente coronada con dos figuras de dulce fabricadas ahí mismo; representaban un novio erguido con traje y sombrero y una muchacha frágil con velos, que aparecía adelante, no al lado, y lucía como si fuera a desvanecerse entre los brazos del muñeco.

Por aquello de los malos augurios, el color del vestido de la novia no podía ser utilizado por ninguna de las invitadas y la abuela había insistido en que le fabricaran uno de ese preciso color, cuya tela, forro, botones y hombreras buscó con la debida antelación e hizo llevar donde Alfonsito el sastre del pueblo junto con la revista extranjera que le había dado la idea, para que le elaborara como a la modelo, el más elegante atuendo para esta fecha singular.

La nieta armó la gorda cuando se enteró del color del traje que llevaría la abuela, porque definitivamente era símbolo de mala suerte e inmediatamente se empeñó en persuadirla de usar otro. 

Ante el llanto de la muchacha, la señora se conmovió y cedió a los requerimientos de su niña consentida, dejando colgada en un gancho, entre un plástico, la obra que Alfonsito se había esmerado en confeccionar y que le había quedado a la perfecta medida.

Para solucionar el impasse de última hora, buscaron en sus antiguos armarios el más adecuado atuendo para reemplazar el traje de la abuela, al fin encontraron uno que había usado una sola vez y que, estaban seguras, ningún asistente a la boda había visto, por si acaso, consiguieron una flor de seda amarilla que adhirieron cerca del hombro para darle un toque que lo diferenciara ante los ojos inquisitivos de alguna tía que intentara identificarlo.

La abuela estaba triste por no vestirse como había planeado, pero la consolaba pensar que era un sacrificio en beneficio de su niña querida, las abuelas cumplían fielmente con los preceptos religiosos que seguían al pie de la letra y el sacrificio formaba parte de la lista de buenas acciones para alcanzar el perdón y la simpatía celestial.

La señora Digna, siempre muy locuaz, estuvo callada en la ceremonia y luego en la celebración, lucía elegante entre su traje acomodado con una apretada faja porque había ganado algunas libras desde cuando lo estrenó. 

Llegó la hora de partir el bizcocho y todos se arremolinaron en torno de la mesa adornada con mantel bordado a mano y delicadas flores blancas, la abuela tenía lugar de honor para presenciar el corte de cada piso del enorme tinglado de harina y dulce sobre soportes de madera tallada en columnitas que hacían juego con todo el decorado, colocados uno sobre otro. 

De pronto, doña Digna levantó un brazo y torció los ojos con un gemido fantástico que la derribó sobre los novios de dulce que cayeron junto con ella para morir aplastados por el peso de la emoción de la abuela que, morada y tendida con la flor amarilla pegada sobre la frente exhaló su último suspiro.

 

 


Tuesday, October 19, 2021

Partida

En ese azar 

donde el cáncer 

acostumbra 

a robar partes del cuerpo, 

hoy me juego la nariz 

como quien juega dados

y le apuesta al número menor, 

estoy ahí aguardando 

el lance de los dedos mágicos 

que me regalen la cifra 

para salir ganando,

apareció diminuto 

camuflado cobarde 

entre las células 

de mi cansado rostro 

que creyó estar colmado 

de suficiente pena y

se tragó en silencio 

mil dolores

respirando entre máscaras 

y olores, 

pero aún tuvo espacio 

para este invitado 

que se coló a la fuerza. 

Es tarde para echarme atrás 

debo seguir el juego,

porque ahora 

se envalentona y

regresa en anestesia 

viva y escalpelos feroces 

con su sediento filo 

a reclamar su parte 

debo enfrentar la  apuesta 

firme 

y de pie como los árboles, 

debo apostar con

fichas blancas del dominó, 

debo apostar

al joker de este poker macabro 

por que me dé una sola cifra 

para salir ganando, 

un muñequito acomodable 

a las menores posibilidades, 

de perder lo mínimo 

en el próximo juego 

no pactado 

donde 

el contendor maléfico 

cree que juega 

sus mejores cartas,

le estoy jugando al as 

que a pesar de todo, 

aún guardo escondido 

bajo la temblorosa manga.


Tuesday, October 12, 2021

Sueños

Los hombres sueñan 

países sin fronteras 

donde vivir felices 

con sus hijos 

y sus bártulos, 

sueñan atravesar la tierra

bajo cielos azules

con guardianes 

cuyos caballos cabalguen 

hacia adentro

lejos del río que los divide 

y los aparta de sus sueños,

aunque el torrente 

los devore 

en el intento de 

desafiar su furia 

en el cruce,

porque sienten

que al menos, 

es una lucha limpia 

sin carcajadas obscenas, 

sin coyotes ni disparos.

Los hombres 

siguen soñando 

hacinados sin aire, 

jugando a que su suspiro 

supere las distancias 

y aguante las paredes 

metálicas selladas 

y el calor 

de otros alientos 

desmayados.

Los hombres sueñan 

y emprenden 

caminos bloqueados 

y van dejando 

en gotitas de sangre 

la fuerza que los movió

al comienzo,

siguen soñando 

hasta el último suspiro 

cuando ya sin retorno,

entienden 

que no hay un mundo mejor 

porque a fin de cuentas 

es el mismo 

que querían negar 

y comprenden muy tarde

que el trecho recorrido

fue más fiero y cruel, 

y se jugaron la vida  

entre un camión, 

en un desierto 

o frente a unas 

manos criminales 

que les apuntaron 

directamente 

a lo único 

que les pertenecía;

sus sueños.

La Fiesta de la Friducha

Aniversario

 Un día, otro de tantos, fue una fuga audaz... Cincuenta y dos años no son nada, es posible que sean una vida que se reproduce en cuatro, oc...