Wednesday, February 28, 2007

Crónicas de animales

Historias de Zorrillos


Sólo había tenido noticia de los zorrillos a través de las tiras cómicas de Benitín y Eneas, que religiosamente seguí en el diario El Tiempo de mi ciudad y que alegraron mi infancia y desataron mi imaginación. Su hálito terrible, aparecía dibujado con ondeantes lineas expelidas desde su cola, para espanto de quienes anduvieran cerca. Por eso la noche en que Ivonne, sacó a pasear a su perrita por la huerta de tomates, del lado de la mañana (así se llamaba la calle: morningside lane) creímos que por fin a los gringos, se les había explotado una de sus plantas nucleares y que tras el olor, que agresivo e inclemente invadió nuestro espacio, empezaríamos a caer como moscas de Chernovil, sin que quedara rastro de nuestra existencia por el planeta.

La niña cruzó alarmada la puerta principal, seguida de cerca por la perrilla y mientras corría hacia el baño, donde con todo y ropa se disponía a bañarse usando toda clase champús y jabones de olor de la casa, el animalito, todavía enceguecido, limpiaba su cara refregándola contra el tapete de la sala, intentando librarse del aceite disparado por las dos bolsitas que guardan celosos en el ano los zorrillos para que los protejan de cualquier peligro o de ser devorados por una bestia o atacados por algún hombre.

El agua de la regadera, lejos de disminuír, alimentaba el aroma y lo esparcía a través de la casa entera y no hubo bicarbonato de soda, alcohol, limpiador mágico, ni olor artificial, que nos ayudara a menguar la pesadilla, entonces recordé que en las mismas tiras cómicas, había leído el remedio con tomates y disminuí la cosecha, produciendo por horas, litros y litros de jugo, para lavar la niña, la perra, el tapete y la casa.

Tras la infructuosa lucha y búsqueda de remedio, decidimos refugiarnos en la última habitación de la casa, resguardados tras los vapores del vick, que nos embadurnamos por todo el cuerpo y el rostro. Si conciliamos el sueño, fue por agotamiento y no por la fricción aprendida de los abuelos en las enfebrecidas noches de las gripas más intensas, que en esa ocasión no nos ayudó en nada.

Se celebraba en la ciudad de New York lo que fue el último festival Shakesperiano de Joseph Papp y aprovechando nuestra condición de reporteros y nuestras credenciales de prensa, asistimos a la apertura, donde con gran despliegue se anunciaba la presencia de Gabriel García Márquez, nuestro admirado y releído Premio Nobel de Literatura.

Cuando intentábamos ingresar al sitio de la celebreción nos tropezamos con lo que creímos eran hordas de cubanos, más por el escándalo que hacían que por el número de integrantes, que nos agredían física y verbalmente, tratando de obstruír nuestro paso al teatro.

Ivonne, portadora de la cámara filmadora, se quedó rezagada de nosotros varios pasos, por efecto de la aparición de la policía que corrió a protegernos de los anticastristas, que pretendían a golpes obligarnos a pensar como ellos y con sus insultos, impedir que disfrutaramos del gran escritor.

La niña tuvo entonces una idea de última hora, se deslizó como pudo y abrió el estuche de la cámara, que había permanecido –testigo mudo- sobre la mesa del lugar donde la perra se limpio el hocico. El olor concentrado en la maleta, detuvo la mano que como garra de una de las agresoras, pugnaba por agarrar su cabellera, casi consiguiéndolo y frenó la marcha de los otros cinco gatos, que pasaron de frustradores a frustrados, gracias al zorrillo que se atravesó en nuestras vidas la víspera con su aroma salvador.


Midaz.

Febrero 27 2007

Oscuros fragmentos

I

Después del tiempo
del rigor mortis
y de la seriedad
de los difuntos,
con sus eternos dientes
las calaveras
se mueren de la risa.

Monday, February 26, 2007

Intimos Monólogos de las seis de la tarde.

Te miro desde la historia de mi derrota y me produces lástima, esa lástima que inspiran los perros abandonados en medio de una avenida convulsionada, un sentimiento que poco tiene que ver con la ternura y que raya en los límites del desprecio, el mismo que me profeso a mí misma, que no hiere ni lastima, pero que como piedrecita en el zapato incomoda el andar, arena en los ojos miopes donde te perfilas indigno y cruel.

-Qué tanto es una vida, el instante en que te abrazo, el sabor de tu piel que se adhiere a mi recuerdo, los momentos en que te adivino en otro lecho, la hora en que te pierdo o la misma en que nadie te gana, porque los sentimientos no son una competencia y tambien navegan en el heraclitiano río que discurre y que nunca es el mismo cuando nos bañamos en el.

-Yo sé que en otro lugar de esta ciudad canalla, contemplas el mismo atardecer y se te cuela en los sentidos con el mismo fuego que se perderá en la noche y verás el brillo tenue diluírse en sombra y las amoratadas nubes tornarse vacío en el adormecimiento del crepúsculo.

-Yo estoy ahí, en ninguna parte, en el mismo lugar que deambulamos todos, creyéndonos la historia de ser y existir en el instante orgásmico de la mentira que nos mantiene vivos para seguir creyendo. Aquí, dulce sofisma, aguardando el sonido de tu nombre pronunciado en la tarde de la despedida, en el lejano movimiento que marque el designio de no verte.

-Sabor a ti, aroma que se extiende cuerpo adentro, sutil sabor de amor en el lujurioso aliento, en el gemido mudo, instante que se pierde en las luces intermitentes que nos hacen huir del territorio tibio, hacia el helaje del miedo en las manos de la realidad.

-A través de tus ojos para inventarme feliz - para reconstruír el saldo de las jornadas idas- contemplo la vida nueva, ésta donde permaneces a pesar de los demás a pesar de la circunstancialidad del tiempo que se acaba, a pesar de los ojos que vigilan

-Me dueles, pero por ser tú, me dueles menos, me dueles con calma, lentamente acostumbrándome, acomodando mi piel a lo que viene… dueles despacito en el brillo de los ojos que rodará tibio en el ángulo errado de mi cara, hacia la nada.

-No sobreviviré, no quiero. Los hechos pies descalzos sobre el fuego se detienen en el temor odio que los mueve, se advierte la oscuridad en la mustia flor que se dispone a morír, talle quebrado del ensueño, hoy no era el día de soltar mi mano entre la ola terrible, de apagarme la voz que generosa daba luz a mi andar, pero vive tú, que yo te amo, aunque termine odiando el momento en que lo hago.


No hay futuro si no vives la intensidad del hoy te quedarás rezagado y vacío en una competencia absurda sin ganador ni vencido, siente, elévate a las más altas cumbres de la soledad.

-Para qué insistir en proseguir, no existe ninguna razón para nada. Hablamos dando vueltas, sin llegar a ninguna parte, andamos sin encontrar el lugar apropiado donde posarnos firmes, subimos el telón, persistimos en la farsa, marionetas sin voluntad fingiendo ser dueños de nuestros actos.


-Una lluvia de flores me detiene en la tristeza de este 8 de abril, es primavera y tu imagen se me filtra en el alma en esta tarde que compartes con otra gente, en esta tarde que no estás, pero sigues vigente en el estremecimiento de los pétalos que caen a mis pies formando colcha rosa desmayada en la acera.

-Anda, aspira el aire tibio del atardecer que en él estoy diluída, lejos de la voz que pretende exterminarme, aquella que cree que dicta la sentencia definitiva para decidir el rumbo de mi vida, la que no sabe que yo soy la audacia de atreverse a florecer entre el helaje, a sobrevivir entre las cuatro paredes que pretenden aplastarla y exterminarla soy la misma que sueña frente al mar, la que se escapa en una nube en el momento mismo de la desventura, la que te ama y te llama sin escuchar la otra parte, soy la que vive de sueños fabricados al éter de la locura que me copa.

-No me mueve la conmiseración con que me trata el monstruo, no me roza su dureza de oro, sigue siendo la prostituta del mas puro deseo y del mas casto lecho su desprecio. Navego hacia otros puertos donde me espera el alma en el momento íntimo de la única verdad: tu sentimiento, ahí donde palpitas y te sientes vivo y te sientes hombre integrado a la naturaleza a la energía pura, donde te sientes partícipe del universo, ahí te encuentro ahí me quedo y ahí te amo, donde nadie llega y se acaba la fuerza y el deseo de dominar y ser dominado, en la desolación suprema del ser cuando se ve a sí mismo inconmensurable y se siente liberado, etéreo, eterno en el tiempo y el espacio.

La Fiesta de la Friducha

Aniversario

 Un día, otro de tantos, fue una fuga audaz... Cincuenta y dos años no son nada, es posible que sean una vida que se reproduce en cuatro, oc...