Thursday, April 11, 2024

Amanecer

Onírico desvarío de árboles que en su quietud poética se mueven, que incitan a no desviar la mirada, para que no los profane el instante del parpadeo. No es un bosque corriente, él en sí mismo, en su equilibrio es disidente, se llama amanecer y circula frescura y humedad entre su matizado vientre. 

Es en apariencia una rara obra de Chenco, no obstante, observándolo detenidamente, encontramos otrosí su esencia; esa sensualidad rebelde y colorida, las enhiestas ramas desafiantes apuntando al infinito y deteniendo el tiempo en un arte que conocemos y que reta a desatar la imaginación más allá de lo que deliberadamente muestra.

A primera vista se revela la forma natural de los troncos, pero bebiendo en la contemplación el elixir de su genio descubrimos la realidad de figuras de duendes ocultos, a los que Chenco nos tiene acostumbrados, con extraviados gérmenes de vida vibrando en la naturaleza del paisaje, colgados entre ramas como peces silentes.

Brotando desde abajo como un capullo abierto una gigante y primigenia vulva tocada por otra flor brevemente nos da la clave, adornada en su esencia de labios ardientes expuestos al roce del viento, a la caricia tibia del sol naciente, entreabiertos para recibir las gotas leves, el aguacero y el torrente bestial de la tormenta. 

Todo iridesce en este bosque húmedo que está dispuesto a la brisa tenue, al huracanado viento, cubriendo de colores el amanecer chenquiano. 

Entre los árboles coquetean tímidos pétalos de florecillas con centros anaranjados, amarillos y rojos destacando lilas y el celestes, ora fuertes ora tenues con rombos de madera que ascienden hacia la mañana con hojas y lenguas sugerentes que serpentean y suben sosteniendo el azul y el verde de la belleza del fondo mientras aguardan las abejas que aún dormidas llegarán por el néctar mágico de este bosque de ensueño en donde brotan fieras, duendecillos endiablados y cientos de figuras creadas por la mano inquieta de Chenco.




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