Wednesday, November 08, 2006

El Secreto

La primera reacción ante la intención de confesión de Montiel fue de miedo, me hice mil cábalas mientras me acercaba a lentos pasos a lo que él llamaba su secreto, pensé que tenía a alguien atado a una silla de ruedas -talvez a su esposa- y que se deleitaría desnudándome mientras ella observaba sin poder hacer nada; quizas sería ciega como en El Túnel y él la obligaría a respirar mi perfume, el nuestro, el que elaboraríamos en su presencia. Los ciegos desarrollan los demás sentidos me dije y ella, además de oírnos percibiría el deseo en cada gota de sudor rodando por nuestro cuerpo, la tibiaría el vaho de nuestra respiración dificultosa y sufriría o se deleitaría quizas con nuestros gemidos.
Ella habría quedado ciega o paralítica, después del intento de suicidio cuando Montiel la encontró en su propio lecho amando a otro hombre, tras haberlo despedido, besándolo en la boca al dejarlo en el aeropuerto, donde finalmente cancelaron el vuelo.
Tal vez Montiel la amaba, pero su lastimado orgullo exigía una venganza cruel y me estaba utilizando a mí para llevarla a cabo. ¿Y si tenía otros hombres aguardando, hombres con látigos que me atarían a la cama mientras él, cobarde se escondería en un armario para desde allí observarnos?
¿Y si era un loco que tenía preparada una celada para encerrarme en ese lugar del que no podría salir nunca, porque él se encargaría de impedírmelo? ¿y por qué me había escogido a mí para confiarme su secreto?
¿Y si Montiel no era Montiel sino una dama y si no tenía sexo o era hermafrodíta? Mil preguntas me hice en el trayecto y fuí desde la abyección hasta la simpleza, hasta que huyendo horrorizada, dejé a Montiel con su secreto esperando en medio de la plaza.

Sunday, November 05, 2006

Poeminimos

I


Parcerita luna
que hiere tu cintura desnuda,
rayos que acarician
tu piel nueva a mis ojos
donde habita el placer,
puerto de mi carabela .

II

Calle 15

La puerta que se cierra
tras tu paso,
me deja el sabor tibio de un beso robado.

III

Pasos temblorosos
en la cuerda floja de las seis de la tarde
que me conducen a tu rostro
que conserva mi aroma,
detrás de los ojos que vigilan
el prohibido camino
que nos junta.

IV


Agujas de luz que hieren
el subterráneo mundo en que me pierdo.
Conducentes destellos
hacia el camino de tu nombre
impronunciado.

V


Duelo por Adriana

La luna se halla escondida
tras motas de nubes pardas.
La luna asoma sus ojos
colgada en la noche larga
y tu cuerpo se estremece
pendiendo de tu garganta
entre la arboleda espesa
que le sirve de morada.

La luna besa tu cuello
con besos de cortesana
y se apodera despacio
con su sigilo de plata
de la cuenca de tus ojos
y tu partida mirada

La luna que sabe de esto
relame con lengua blanca
la silueta de tu pecho
y te acompaña descalza
cubriendo tu último sueño
que se escapa en la alborada.

Un viento gris de lamentos
de la gente que te amaba
resuena lejos muy lejos
con lágrimas extenuadas
mientras tus ojos dormidos
no verán la luz del alba.





VI

Te nombro

Rezo tu nombre,
sueño tu nombre,
pronuncio tu nombre
lentamente…
Repito tu nombre
en la soledad
exclamo tu nombre
en la derrota
entre la gente.
diluyo tu nombre
Para beberlo a gotas
y a torrentes,
deconstruyo tu nombre
para devorarlo
letra a letra
y quedar llena de ti
para volver a empezar

a pronunciarlo.

VII

Yo soy mía
en la medida que te miento,
yo soy mía
en la medida que soy tuya,
cuando crees poseerme
yo soy mía
cuando quiero que creas que soy tuya
yo sigo siendo mía
que es la mejor manera de quererte.


VIII

Te miro y eres una mentira
la gran mentira que alimenta
mi propia mentira
que me cuento a solas...

IX

Te miro en mi tristeza,
con tu mano
cubriendo los hilos que manejas,
conozco cada movimiento
y la fibra que toca
en mi pobre corazón de marioneta.

Tuesday, October 31, 2006

Agüita mansa





El agua mansa se filtraba hasta los más intrincados laberintos, su inmóvil apariencia arrastraba incautos hacia sus profundidades, su paisaje grato y apacible invitaba al regocijo mientras por debajo tejia la urdimbre devoradora con una danza sin identidad que mecía sus rizos y su maquillada frescura preparando el ambiente para el zarpazo definitivo…



Irene se levantó aquel día más entusiasmada que nunca, tenía todo dispuesto para su encuentro sexual como todos los días desde hacía un año y medio, el de hoy sería un extendido tiempo que las circunstancias maritales le prodigaban (su esposo estaba de viaje) era una ocasión diferente a la diaria angustia de las excusas, agotándose a pesar de la enorme capacidad de mentira que ya practicaba desde su lejana tierra, cuando burlando la vigilancia estrecha, se agazajaba con los maridos de sus más intimas y preciadas amigas, ellos siempre cedían ante sus dos sustentados argumentos, inflamados gracias a la inversión de un pobre hombre cuyas manos ardían en el fuego de la confianza que decía profesarle.

Todo estaba perfectamente organizado y ese día no asistió al nido pago, sino al apartamento donde sin sobresaltos pasarían una velada inolvidable. Ella tenía aquel hombre cual trofeo ganado como todos los anteriores, en la más desleal, ruín e inmisericorde lucha oculta, contra su propia hermana.

Hicieron lo de siempre, ella se quitó la diminuta faldita de quinceañera mientras la fuerza de su pecho expulsaba las únicas muestras de inteligencia con que contaba y que usaba con éxito para hacer sucumbir hasta a los más racionales en sus redes de mansedumbre bien estudiada. Distraídos en su acostumbrado ritual no notaron que algo extraño ocurría a su alrededor.

La puerta se abrió repentinamente y el otrora romance se transformó en caos, dos ensortijadas cabelleras se enredaron en una lucha que el predicador de la paz y el amor, que ostentaba el record de cuatro mujeres al día, no atinaba a interrumpir, sus hembras rodaban por el piso y él consternado no podía desatar el nudo que las dos dibujaban como víboras con su cuerpo en el piso.

Irene logró liberarse y huyó con la ropa que pudo recuperar en el fragor de la batalla, al salir encontró el vidrio de su carro roto y sus pertenecias desaparecidas, paró en el camino y compró blusa y falda, regresando con su cara de siempre y su sonrisa de siempre a ocupar su lugar de siempre como la mansa mujer abnegada y sufrida que en silencio padecía a su esposo sin talento, según ella y ahora sin dinero…

A pesar de los esfuerzos por disimular, ella no olvidaba la afrenta y fraguaba su venganza, mantuvo para los demás, el manto tibio de su despreocupación, modificó su estrategia con el amante y se tornó demandante, atosigándolo con nuevas exigencias respecto de las otras mujeres que él frecuentaba.

Desde ese día trabajó como una hormiguita juntando todos los centavos que pasaron por sus manos y asistió a la cita del hotel donde conminó al hombre a dejar todas sus conquistas lanzándole su lapidaria frase telenovelesca:

Si no eres para mí, tampoco serás para ellas y sin más discurso y sin que se le moviera un solo músculo de la cara, desenfundó un arma y le descerrajó un disparo en medio de las piernas.
Meditaciones Nocturnas




Escarbo en el fondo de mi ser para encontrar la fortaleza que me falta para poner fin a este simulacro vulgar.
Imagino el nudo de la cuerda que ha de suspender en péndulo mi cuerpo sin vida.
La cuerda que acariciará rotunda el circulo de mi garganta, hasta el momento en que irrumpan los comentarios que como epidemia de gorgojo corroan en ceremonia oscura la última luna sobre mi piel desnuda.

Cuando yo ya no ejerza mi oficio de poeta, tratando de ocultar con los dedos el resplandor obsceno de la realidad que me enceguece y dé paso a la mentira y a la verdad que se confunden en tus labios. Se acabará la pena y los falsos amigos sin pies y sin voz irán cayendo uno a uno, ahogándose en sus propias aguas oscuras y pestilentes y todo el odio de los detractores quedará sin sentido y las humillaciones y las vejaciones sucumbirán entre su propio veneno, extinguiendo, brasa en el agua, el peso de su propia geografía estéril.

Monday, October 16, 2006

Poemas Mínimos


Desamor

I

Ayer la muerte
sin ceremonia previa
tocó a la puerta del amor
te trajo a cuestas.

II

He preparado
en estas horas
leño a leño el rencor
para en una pira infame
consumir el amor.

Friday, October 13, 2006

Más Fragmentos

NO ESTARAS



Te busco en la muerte y en la vida, acomodo mis pasos a tu ausencia, deambulo la tristeza lágrima a lágrima, cada adoquín es un grito congelado en medio del día que no estás, el sol resplandece sobre mi espalda para recordarme que aún existe la luz, pero está atrás de mi caverna, al frente sólo existe el llanto, el dolor supremo de todas las traiciones que me callo, la sal que me recorre petrificando el sentimiento. No vuelven tus ojos que me daban el hilo conductor hasta la esperanza de las lámparas que brillan en el ensueño.
La noche recorre las vísceras ardientes del miedo, recogidas en el insomnio de las últimas jornadas. Sigilosa torno la mirada al vacío del nido sobre los postes donde reposaban las cigüeñas de la fantasía buscando la tibieza que les fue negada. Parto hacia la soledad de siempre, reconozco sus paredes y un agrio malestar se apodera del ámbito donde habita el frío, vomitando tristeza sobre el rostro de los desterrados de siempre.
Aquí estamos en el testimonio de los pasos torvos, en el cansancio de la pena muda, envejeciendo el tiempo de la desventura, sórdida carroña del engaño de siempre, de la deslealtad de siempre, de la acumulación de dolor de siempre que nos reitera el nunca de la felicidad.

Tuesday, October 03, 2006

Farra

Abandonada, transida, enfrentada a la convicción de no ser nada aceptando la dureza de ser nadie, marioneta inanimada que se tira después de la función, hilos retorcidos en el suelo, pedazos de la máscara desgastados de abuso y de sudor.

Loca incoherente te enroscas en el piso jadeante, mientras los pies se ensañan en tu carne penetrando inclementes tu dolor, ecos de risas estridentes galopan por el laberinto de tus oídos. Todos gritan mientras temerosa esperas contra el asfalto la orden definitiva de decapitarte. Pequeños hilos de sangre abandonan la boca inflamada por los últimos rigores de tus propios dientes. Se aproximan los perros y la mujer drogada que te roba el ensueño llevándose lo que más amas, se esconde tras las solapas ocultando el rostro:

¡Te portas como cabrón y como cabrón te trato! le grita frente a los demás. Anda dame tu mano que ahora eres un niño sumiso, con nueva camisita azul y te manejo a mi antojo, pagas el tributo de tu supervivencia con decreto de propiedad. ¡Yo soy tu dueña! En el fondo de la galería los borrachos tararean:

…Soy cantor soy embustero, me gusta el juego y el vino, tengo alma de marinero y que le voy a hacer si yo, nací en el mediterráneo… ¡Joder que te estoy hablando tío! y lo atrae hacia el baño para seguir la farra

Las otras mujeres se ahogan en licor y te conceden el privilegio que creas que te creen, cada una prosigue con la farsa manejando dobladas su carga de engaño a cuestas, dispuestas a seguirte el juego en una risa llanto que no logran disimular, una de ellas te golpea las piernas en franco desafio a la proximidad del hombre a quien también ella traiciona, un grito rompe la noche ¡Qué viva la hipocresía!...

Mi alma ya no resiste y en un estertor abre las heridas derramando la sangre redentora que alivia con su tibieza la piel recién reventada.

Ojos remanso que me miran desde la última mentira, me prometen futuro y despertar, verde claro y oliva, labios tiernos y besos. Abrazos responsables en colchas coloridas secadas al sol en la cerca de los moteles de quinta categoría y los dos en un juego de despedida, en un aferrarme por última vez a tu cuerpo mientras me voy acostumbrando a lo que se avecina…

¡Llegó la hora del desamor y estoy de frente al chantaje sin temores!

Soy mi propio detective, sigo la huella de tus titubeos, conozco el camino de tus mentiras y te sigo amando. Las piezas encajan una a una en el sueño y el sobresalto me da la respuesta:

Se libraron de ti, te abandonaron, necia niña que lucha contra la corriente, seguirás sola en medio de las multitudes y tu voz desgarrada gritará sin ser oída en medio del bullicio y la ignominia, en medio de la sordera del amor real.

He enfrentado la muerte y la distancia, he enfrentado verdugos y balas, para que hoy me desechen como un cubo de basura maloliente. Soy un ave valiente, salgo a flote, canto al sol como la cigarra después que tu mano, con la de ella intentó sumirme bajo la tierra.

He vuelto de la guerra y las prisiones y no has de ser tú, el que amo quien dicte la orden que me derrote. Me arrastraré, mojaré el suelo con mi llanto, pero levantaré mi rostro resquebrajado para enfrentar la próxima luna sin ti, el sol del amanecer que no me pertenece, en un día sin luz en que tampoco me pertenecerás porque nada me ha pertenecido nunca, porque no quiero que nada me pertenezca ni que nada mío viva en ti, ni que nada tuyo bajo mi piel se extinga. Ni la habilidad de tus manos de prestidigitador, ni el tono de tu voz, ni la medida de tus actos, ni esta locura que me invade hoy cuando por fin comprendo que no se puede perder lo que jamás se tuvo y que la vulgaridad comienza cuando fingimos ser lo que no somos y que la verdad existe en la medida que le demos cabida en nuestros corazones y que eres como eres y que nada importa en este imparable descenso hacia lo desconocido…


Midaz.
Después de los Reyes Magos

Friday, September 29, 2006

Fragmentos

HISTORIAS DE MEDIO PELO

Uno:

Todo estuvo mal programado en mi vida. Nací con dos meses de anticipación en circunstancia fortuita y ni mi madre se enteró hasta pasado el primer llanto que tuve que emitir para respirar. Los astros no estaban preparados para mi nacimiento y me dictaron un futuro improvisado que no quedó registrado en mi carta astral porque no habia tinta ni polvo estelar que fijara mi camino. No hubo hadas madrinas, ni brujas malas y anduve desde entonces un poco perdida en mi afán de descubrir el mundo, no me acompañaron buenos ni malos deseos y comencé una existencia neutra, colocada en medio del camino sin participación ni voto:
Nací mujer...

Dos:

El tiempo camina lento como si se complaciera en aumentar mi ansiedad, como si supiera la angustia que cada uno de sus pasos amodorrados de anciano milenario, produce en mi corazón atormentado, como si amangualado con los que no me quieren, anduviera a pie los montes y no pudiera atravesar los mares para llegar a mí como si fuera otro tiempo que no tuviera que ver con el tiempo que descompone a su paso los ángeles custodios de las cosas amadas, el que sumerge en la muerte las pasiones incendiarias, el que camina raudo como si anduviera los trechos, adivinando que todas las palabras son mentira, que flotan en una tierra ajena a nuestros sueños más queridos, mentiras que roban la hermosura e inundan las pulpilas de tristeza irremediable. No pareces tú el tiempo que cierra los ojos con dedos absolutos el que indolente no nos devuelve lo adorado ni regresa la vida, ni la infancia, ni la felicidad perdida.

Tuesday, September 26, 2006

Agridulce. Fragmentos


I


Debajo de la tarima de la virgen donde soñabas imposibles milagros como la sonrisa de tu padre muerto, ahí donde saboreaste el agridulce de la comida podrida, que tus compañeras del internado escondían y luego olvidaban entre las vigas para evitar la maldad de las monjas que se la decomisaban, para que igualmente se pudriera en poder de ellas. Ahí donde tú, como los niños del basurero, encontrabas los tesoros cubiertos de pelusa blanca y verde; que aliviaban el hambre sin memoria y que no podían ser arrebatados de tus manos como te habían arrebatado todo desde la noche sin luna en que se te ocurrió adelantarte a tu destino y nacer sin que nadie te esperara, sorprendiendo hasta a tu propia madre. Agridulce podredumbre, paliativo que hoy en palabras calma la misma sed y hambre sin tiempo.

II

Me cambias el tema en la marcha como quien manipula la carrilera y confunde los vagones de un tren que torpe rectifica el rumbo, tras detenerse y tornar atrás en la esperanza. Mueves los hilos uno a uno, a los que me aferro apasionadamente como lo único que me ata a la fantasía, el único camino a ti, mi amada mentira, agridulce aroma de tu cuerpo que huele a ti y a ella, a ti y a otras y que calma mi sed y hambre de niña atrapada en la infamia del grito que me espanta, en la miseria del miedo que me ronda, en la agresiva cotidianidad que me roba la vida. Alimento, alimento, hilo de fuego entre mis venas, energía en mi carne, ensueño en mi locura de estar en algún lugar sin nombre ni etiquetas, dolor que me recorre y que se empoza en mi condena.
Estridencia, abuso tatuado desde el primer cruce. Vociferas, escupes sobre los rostros que te enfrentan…

III


Los hombres llegan en diferentes tiempos y siguen el ritual mientras observas y abrigas en la sordidez de tu sonrisa, el triunfo de la infamia, el cuerpo se estremece sin fuerzas para resistir el embate que lo aqueja, pero sigue adelante con estoica firmeza. Sin fuerzas para pelear, siempre lo mismo, aguardando el milagro, el día que descalza deje mis huellas en la arena sin mirar atrás, sin prisa de llegar a alguna parte, quizás con una mano que al contacto abrigue la otra mano soñando la tibieza.
Cierro los ojos y te adivino en el lecho hendiendo tu silueta en reposo bajo la sábana donde se dibuja otro cuerpo cobijando la traición, cuando las sombras conspiran contra mi inocencia y mi confianza. Pensamientos que me corroen en la bajamar de mi desventura.


IV


Estabas de rodillas ante mi cuerpo desnudo de modelo forzada y posabas tu avergonzado rostro entre mis piernas, tus poros despedían la más sublime ternura en el ambiente espeso, que segundo a segundo decantaba el miedo de los minutos que antecedieron la lucha enfebrecida del deseo, te quise abrazar para aliviar en algo la agonía, pero sólo quedó la mueca congelada del desconcierto flotando entre la noche.

V
Libramos las grandes batallas y pretendimos las grandes revoluciones, pero nos quedamos muertos, ahí tendidos bajo la hierba a los pies de la montaña que nos vio pelear, volviéndonos cal sin que se filtre un hilo de luz por los intersticios de la vida, sin que se cuele un grito que nos conmueva en esta muerte que llevamos…

VI


Después de todas las saudades de ti, cuando el primer ámbar del espejo roto refleja los fragmentos de mi rostro traicionado, sucede que te odio, con un odio forjado con las lágrimas de la noche, con un odio lento que se inicia en la descomposición de los colores del crepúsculo de la soledad de la víspera y de dos años atrás, escenario desde donde me llegan cada una de tus mentiras para afianzar mi desamor y el tuyo.
Hoy cuando la luna llena no me acaricia sino que suspende mi sueño para agredirme en el recuerdo de otras lunas que me regalaste antes del desprecio del silencio y el abandono. Antes que este sentimiento, que bordea los peligrosos abismos de la conmiseración del amor propio y los celos, se apoderara contaminando lo más hermoso que anidó en mi corazón y que hoy lloro sin llanto. Antes que se diluyeran los últimos besos y se suspendieran los abrazos y me llegara tu voz por el hilo del teléfono y el mensaje mendrugo que me tiras desde el olvido.

Monday, September 18, 2006

Juan Rulfo

JUAN RULFO


Quizás todos somos habitantes de Comala o de Luvina y deambulamos tristes por la bruma espesa del recuerdo que a veces nos da espacio para dejarnos sentir la vida o la muerte. Quizás estamos movidos por el viento que nos arranca de raíz o nos planta para mostrarnos lo que lleva entre su canto, mientras espanta el sol o simplemente mientras nos enseña su queja larga y tenebrosa con historias de los que han sido y de los que serán. Sueños de amor y de pena irrepetibles que habitan en su ruido perpetuo.

Todos vivimos ahí donde el tiempo se amontona, donde buscamos incansablemente el camino al padre, al amigo, a la madre o a los hermanos en una permanente angustia de sabernos vivos o por lo menos, de sentir que alguna vez lo estuvimos.

La universalidad de Rulfo es la tristeza, las almas vagando, los soldados quemando el llano, (antes a mano, ahora con napalm y computadoras) y matando sin molestarse en mirar al oponente. Su universalidad es el interrogante, los ecos de las voces de siempre; la nostalgia, esa vida que nos bebemos a sorbos en los suspiros.

Quizás todos somos muertos huyéndole a la muerte o vivos jugándole a la vida, escuchando los murmullos del pasado que es el presente, siempre caminando con la esperanza de una respuesta a tanto interrogante…


Midaz.


09/09/06

Thursday, September 07, 2006

Rojo y Azul Bajo la Lluvia de Septiembre


Con la tenue llovizna
rebotando en el plástico
que cobijaba el ansia
del encuentro aplazado.
Con la añoranza viva
del duermevela largo
y con el cuerpo tibio
de temblores amargos,
huyéndole a los ojos
que refrenan el vuelo
en posesivo rapto,
venciendo la ignominia,
llegamos al abrazo
y en un pacto húmedo
de recorridos sueños salpicados,
en medio de la calle
juntamos nuestros labios.

Midaz. 9/5/06

Wednesday, September 06, 2006

Paloma Negra

Ella habría de morirse recordando la cara descompuesta con el pelo recogido en moño negro que hacía más prominente su bocota pintarrajeada de saguinolento rojo, acompañada de la sombra que la apretó entre la camisa de fuerza y la arrastró inmisericorde por la avenida de Chile, los enfermeros torvos y la mona vendida por una fallida masturbación en el ascensor y una promesa del sobrino gracias a quien desde hacía seis meses podía disfrutarla. Le habían tendido una trampa y cayó como habría de caer mil veces, como cayeron y caerían los enamorados del mundo, mientras les quedara una llamita en el pecho y una esperanza en el corazón. 
Caería...
Apareció sin anunciarse, le golpeó la vista con un rayo de luz obsceno, era lo antiestético, la negación del arte, arte para morír sin pena, proserpina, proserpa, mil demiurgos con mujeres, mil demiurgos sin mujeres mil mujeres sin demiurgos. La seguía su séquito de carcajadas, gritos, estridencias, ignorancia y vulgaridad, vulgaridad, vulgaridad. La recua de hijos mocosos y maleducados, el esfuerzo de aceptarlos como parte suya. Los amaba, y los odiaba en un irreconciliable sentimiento que le producía angustia.
Recordó las actuaciones malditas, la escuela de arte dramático, el comienzo de su propia tragicomedia... bruja repelente, ignorante espantosa víbora, ¡sáciate con mi sangre, bébete los restos de mi dolor! yo seguiré borracha por el mundo olvidando en alcohol las injurias de tus actos, la vergüenza de los míos, derrochando en parrandas lo que queda de mí, lo que nos queda de lo que fuimos o de lo que creímos ser.
Te presiento de lejos, desde el mismo lugar donde conjuro mi amargura, donde me han apartado en mi delirio, donde han atado mis sentimientos y me conducen por vericuetos espantosos, mientras tú me llamas. El mismo lugar donde me dictan la sentencia de ser nadie, donde me condenan a muerte por ausencia, donde las blusas blancas me manchan y los choques eléctricos me humillan, recordaré tu nombre y me condenaré a pronunciarlo eternamente para expiar mis pecados y mi culpa por haberte abandonado, por no haber librado mis ataduras y estar a tu lado cuando más necesitabas de mí, cuando llorabas y te morías de amor cuando a gritos requerías mi presencia, cuando enterraban tus claros ojos de la ternura.

Mona, tu serás mi castigo, me gastaré buscándote para que golpées mi rostro y me digas puta en cada amanecer. Te imploraré amor y lo conseguiré a fuerza, cerraré los ojos a tu ninfomanía. Me dictarás la orden de no enamorarme de ti -como si el amor pudiera ser decretado, creado o borrado a voluntad- y no te escucharé, ni te obedeceré, a cambio te poseeré como un macho sin herirte ni rasgarte. Me apoderaré de ti como un hombre que se cree con derecho de propiedad y de uso.

Todas las noches, el hombre se desliza entre la sombra que invade el aposento, me besa entre mi miedo con su baba fría me atrapa contra el muro. El es grande y fuerte y me apabulla. Yo seré como él, dominaré, lameré con su fuerza contra el asco, temblaré de frío, de miedo y de placer en una sola arcada que escupa esta masa que me aplasta adentro. Osita de felpa, niña, osesna sin arma que me ofenda, rompecabezas incompleto, serás paz y pavor en mi extravío.

Amo la vida por tus ojos
y respiro por tu boca...


Acaricio tu cuerpo de guitarra, tenso las cuerdas en la punta de mis dedos hasta hacerme daño de ti, beso tu boca y otras bocas, toco tu pecho terso perfumado me extasío en ti.

"Tus senos carne de anón..."

Maldita bendición que llega tarde, cuando todo es irreparable, suena guitarra sé mi voz de dolor, repite y grita su nombre si no te escuchó.
Beberemos de tu copa valerosa, sudaremos el zapateado del último flamenco de riñones fajados, lloraremos los últimos latidos en la arena fría de esta playa muerta donde no me exilio maestro, de donde vuelvo, eterno retorno a tí, a ella, a mí...

Violador, soy la perra que tocas, el rabo entre las piernas de la pena, visiones de un azul que sigue huyendo, purga tus culpas que el camino está cortado en mil recodos y seguirás perdida hasta el fín de los días, atada a la locura colectiva, a la locura propia que te baila en las venas y serpentea en tus sesos poseídos desde siempre y para siempre hasta que te dure el veneno.

Todos ustedes me han humillado, han abusado de mí cuando debian cuidarme y protegerme, han sido mis verdugos, justamente ustedes en quienes mas confié y a quienes mas amé, ustedes los escogidos, los cercanos, los queridos, los únicos, mancillaron mi inocencia y me arrastraron al abismo. Los odio, los repudio y los maldigo... Les pago con la misma moneda que Dios manda; los desprecio y los olvido.

Cantaré, a todas horas cantaré en mil gritos, me desgarraré y me desangraré para purificarme y retornar mis aguas a la cristalinidad a la diafanidad suprema entre tu vientre, al abrigo de tu amparo a la primaria tersura de tu cuerpo débil maltratado, a tu ámbito suave de mujer mujer, de madre madre, de niña niña; a tí.

La miras y no la ves, no reconoces su canto alucinado, te supera en calor te agrede y te seduce y casi te derrota cuando estás en el piso maltrecha, ella sigue cantando sin tu voz, rasgando la guitarra sin tu fuerza imitando tu acento, no siente no ama como tú. Ella miente, para conseguir lo que quiere, persigue su obsesión, se ha quemado los pies para tenerlo mientras él huye en un taxi y la deja sola, abandonada en medio de la oscura ciudad que la devora y entonces vuelve a ti para jugar el juego interminable con su inocente mohín de nena buena que tú adoras y por el que eres capaz del sacrificio de ti misma.

Manolo no vuelve y la vida se va, hermana y madre, martiña, niña que me busca y no me
encuentra, mientras tú me torturas y yo me apago en este hospital que ostenta el nombre del mundo en que me pierdo, 'hospital del dolor' que no se cura. Saliste del ascensor enfebrecido de viejos sentimientos con la presión en el cuerpo y la angustia en el pantalón, recorriste el camino hacia ella como quien se aproxima al patíbulo con placer abrigado. Ella es asco y pasión incontrolable. No importa lo que pisotees, no importa lo que dañes ni a quien traiciones, sigues adelante hasta perderte entre sus labios anhelantes y sucios. Ahí te encuentro y ahí te quedas retorcido en la mueca que te denuncia, paso infernal de tu extravío.

Las notas de la Alhambra resonaban arpegios en tu oído, tibia noche sin fín, agua rota que no encuentra su cauce, finos lamentos, golpe definitivo. Tejido de mi carne llegaste cantando en un grito las notas de tu nombre, lloramos por distintos caminos y fuimos placer y furia en el filo del deseo, en el fuego del último sonido demencial, seguiremos en la búsqueda, en la inútil búsqueda de lo desconocido, jugándonos en cada canción, otorgando besos y caricias, evocándonos niñas indefensas en las viejas fotografías en sepia, con ojos temerosos que presienten el irrevocable destino trashumante, la ausencia irremediable y el amor como perro maltratado, echado lamiendo los pies que lo golpean inclementes.

Recorrido el camino, maquillo la traición acomodo el dolor y con maniqueo entusiasmo deshago el periplo hacia atrás dando botes de abajo hacia arriba de la cuesta, soy la paloma negra contra la reja de un penal... y ahí te veo en el comienzo de los días, pequeño y desvalido, esquivando la mirada que perdona y olvida toda afrenta,

"Y aunque te amo con locura, ya no vuelvas...
Paloma negra, paloma negra, ¿dónde andarás?"


Hasta aquí llego, aquí me quedo con mi música triste que te implora, buscándote en cada amanecer, añorandote en los ojos verdes que se crucen en mi noche, recordándote en lo inmisericorde de tus actos, en la corrupción de tu cuerpo amado, en tu maldita sonrisa acomodada al antojo de tu próxima víctima. Aquí como en los viejos tiempos de la cobardía del niño que te dejó plantada, como en las largas esperas en la sacristía del cura del pueblo con el que te perdías horas enteras, exorcizando demonios trasnochados y expulsando sapos y serpientes desde la concupiscente fiebre de tus piernas Aquí desde la desolación de esta sala de paredes heladas, desde este sanatorio donde he vomitado mis últimas miserias y desde donde te canto mi última canción, desde donde respiro por tu boca desde donde los latidos de tu cuerpo son los de mi corazón.

Un alma bajo tu piel está,
está llamando a la mía...


La vida no retorna, los daños siguen su curso de avalancha sin posibilidad de escape y aquí termino sin pretensiones ni artificios, lejos del alcance del garrote vil de tu mano de niña que yo amaba.

Da lo mismo si he muerto ayer o hace cinco años, tú no te enterarás ni colocarás una flor sobre mi tumba que recibe los pasos de los que deambulan en su culpa. La tristeza no muere, sobrevive en el mármol frío, traspasa las fronteras y se anida terca en los corazones arrepentidos.
Ha cesado la búsqueda, desde ayer supiste que no volvería mi voz, ni mi guitarra, y debiste saberlo hace mil o dos mil días y debiste llorarme o acompañarme y debiste abrazarme y consolarme posar tu mano entre mi mano o cerrarme los ojos que ya no te verán llenos de amor, pero el tiempo no mira hacia atras y tú tambien te has ido.

No hay calma para esta sed no la hay
Si no es tu boca en la mía...


Ya no sé si me verás en tus sueños plagados de remordimiento, si recorreras las calles compartidas en la fiesta de la vida, si repetirás mis canciones bajo el flagelo de la lluvia invernal o si tu figura desdibujada por la bruma de las seis de la tarde zanjará a pasos acelerados el espacio del encuentro renovado con un nuevo amante, mientras el polvo de mis huesos desaparece en la ceguedad del viento que te roza.

No sé si cuando las puertas se cierren y el telón caiga estarán aquí, hermanos y sobrinos, tíos y amigos, amantes y enemigos todos, llorando un llanto tardío que alivie su egoísmo. En Cali, en Miami, en Bogotá o en Hamburgo, cada cual en su escondite donde guardan su culpa de la mirada de los otros que los ven limpios y felices mientras yo me diluyo en canción y en luna, mientras me aparto despacito del recuerdo y de los lazos de sangre y me convierto en soplo del otro lado de la vida, donde me aguarda lo que fue mi única verdad que permanecerá en melodía perdida en el tiempo que me tocó vivir.

La Fiesta de la Friducha

Aniversario

 Un día, otro de tantos, fue una fuga audaz... Cincuenta y dos años no son nada, es posible que sean una vida que se reproduce en cuatro, oc...