Thursday, March 28, 2019

Viva Roma




Viva Roma

Escribo esto por María Luisa, la joven que nos enseñó a cantar rancheras que ella oía diariamente en la Radio Metropolitana de la capital colombiana, por los "laureles tan verdes..." y los corridos clásicos de Juan Charrasqueado y Gabino Barrera, los huapangos y, por supuesto Adelita que pudo haberse ido con otro y debía terminar llorando si acaso el hombre que la amaba moría en la guerra, como él mismo se lo pidió. Aquel que la iba a seguir por tierra y por mar si es que acaso lo dejaba por otro.
¡Ay María Luisa, cómo te quisimos! Escribo esto por ella y por su hijo Carlitos sin padre, un niño mustio que murió al nacer y que la hizo abandonarnos provocándonos una enorme tristeza que casi no superamos, por su copete y su trenza negra, brillante y perfecta y por su boca roja y sonriente como ninguna otra, por su voz franca y recia, y sus afeites los domingos cuando iba a encontrarse con su amor.
Por Lilia, la muchacha alta y morena que nos cuidó cuando vivíamos en el paraíso terrenal, al lado de la laguna, aquella que no podía alcanzar el escalón del bus municipal que la llevaba a donde su familia también los domingos. Esto le pasaba por lo estrecho de su falda moderna y apretada que usaba en esas fechas para lucir bella frente a ellos o talvez frente al hombre que la enamoraba.

Por Alejandrina Murillo de lindo cuerpo delgado y flexible que nos habló a mi hermano y a mí de su tierra natal, el Chocó y nos enseñó mucho con sus evocaciones acerca de la alegría y la tristeza de su gente esclavizada años atrás y conminada a vivir en la pobreza de la modernidad que nunca llegó y aún no llega a su territorio.

Por Carlina, viejecita que nos enseñaba valentía sosteniendo la nevera que se volcaba amenazando nuestra pequeña humanidad y la de ella durante el terremoto que mecía los edificios y sacaba el agua de los tanques que estaban sobre ellos. Por su pañolón y su falda larga, por todos los cuentos que nos narraron a través de la infancia y que nos hicieron felices, mostrándonos lenguajes y paisajes ignorados. Por su invaluable compañía cuando la madre viuda tenía que trabajar y nos sentíamos perdidos en nuestra propia casa.
Por su trabajo pesado y variado, por el mundo de fantasía que creaban para distraernos y hacernos reír, porque fueron maestras fundamentales en nuestra educación y nos enseñaron la curiosidad por panoramas desconocidos que ellas amaban y que a pesar de eso tuvieron que abandonar, por esos pueblos donde nacieron, de los que conservaban vivos los recuerdos, sitios que para nosotros eran fantásticos y remotos. Por los vívidos recuerdos de ellas trasplantados directamente a nuestros corazones infantiles, por todo eso y por mucho más; benditas sean las señoras del servicio doméstico en cualquier lugar del mundo.


Sunday, March 03, 2019

Voy a contarle a Dios


Frase de un niño poco antes de morir 
tras sufrir los horrores de la guerra

Llegarán en multitudes 
los niños 
para contarle a dios 
que los quemaron 
vivos
que mataron sus padres
y sus ríos 
en atardeceres 
de fuego real 
y en despertares asesinos, 
que el aliento candente 
se llevó las paredes 
de su casa 
en una bocanada 
interminable 
que penetró los vientos 
y multiplicó los gritos 
más allá de la noche 
que quedó al descubierto 

II


Llegarán

llegaremos
Para contale a dios
que nosotros los niños
tuvimos que huir 
entre los muertos
dando saltos muy grandes
con las piernas pequeñas
para no tropezar
con otros niños 
para no salpicarlos
con otra sangre ajena
con otra sangre grande
que la propia era tibia
y abundante.

III


Tú sabes si lo sabes 

que 
algunas veces 
no nos fue suficiente
la fuerza de los pasos
y terminamos pisándolos
o tendidos con ellos
con la cara en la suya
cara mustia
manchada con la sangre
con la cara de
frente a la
impertérrita mueca
inexplicable
de la vida sucia 
de la guerra
inútil
de la muerte muerte
inexpugnable

IV


Tú sabes dios 
que en nuestra 
casa grande
no quisimos
morir ni verlos muertos
que llegaron los hombres
con sus armas
que llegaron las bombas 
que llegaron los tanques
y que llegó
la noche inevitable.

La Fiesta de la Friducha

Aniversario

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