Saturday, February 26, 2022

Cohete

 El banquete era el culmen de la negociación y los participantes levantaron sus copas para chocarlas en el centro de la gran mesa cuando un cohete que destruyó el techo les tiró encima la magnífica araña de cristal de roca que quedó manchada de rojo entre restos y escombros.

Saturday, February 19, 2022

Muertos propios

 A los míos nadie les cuenta que están muertos y llegan a casa a cada rato a tocarme el hombro para que yo me ponga a llorar. Conversan, hacen ruido de lluvia y tempestades entre los sueños y provocan flores amarillas en las plantas muertas para que yo me alegre con el aroma, mi papá me cuenta historias de navíos y navegantes atravesando océanos imposibles en tempestades bravas en la absoluta oscuridad. 

Mi abuelita solo habla de geranios y de corredores con balcones alrededor de un patio con una palma en el centro donde ella con los pies hacia arriba clama por ayuda. Mi hermano no me habla porque le dan ganas de llorar conmigo, 

Derrumbes


Como las 

construcciones 

de Siria o Palestina 

como un juego 

de niños 

endiablados 

caen los edificios 

con sus almas 

de arena y 

tiempo 

mancilladas, 

retorcido el metal 

de sus huesos 

fracturados... 


Saturday, February 12, 2022

Cazador

 Cazador

La mujer estaba inquieta desde que le anunciaron la visita que debía hacer, no iría sola, sino con el organizador que era la persona con quien trabajaba; el otrora cómplice del personaje que iba a entrevistar, quien a su vez iría acompañado por su novia de turno, una muchacha famosa, -su fundamental requisito- de baja estatura con expresión vivaracha que musitaba al oído del hombre comentarios que no lograban escucharse desde el asiento de atrás donde ella viajaba, pero a cambio, de vez en cuando exageraba el tono de su voz con ampulosas carcajadas que estremecían el ambiente y servían a la mujer nerviosa para relajarse un poco.

El paseo duraría tres o cuatro horas, dependiendo de las necesidades de quienes manejaban el vehículo que los transportaba; la muchacha pequeña y el hombre conducirían intercambiando el puesto si acaso el otro lo solicitaba.

Él se preocupaba por impresionarla y cedía fácilmente a sus requerimientos que resultaban pueriles y excesivos. Se notaba que estaba en plan de conquista y se esmeraba en demostrar su poder económico y su paciencia, que a todas luces no tenía. Sus tics nerviosos lo delataban.

Alquiló apartamento en un conjunto hotelero, la mujer ocupó una de las habitaciones con cama sencilla, ellos, la principal.

Cuando iban entrando a la ciudad en una calle poco concurrida aguardaba un auto, modesto con relación al que los visitantes ostentaban. El hombre del otro auto habló por su móvil indicando que lo siguieran. 

Como si se tratara de una operación peligrosa el visitante lo seguía en los cruces repentinos unas veces a la derecha y otras a la izquierda que intempestivamente hacia el hombre que ahora los guiaba, posiblemente imbuído por su antigua actividad ilícita.

Después de largos minutos cuando vio que no era necesario, el hombre del auto rojo decidió parar en un centro comercial. 

En ese momento comenzó a crecer la angustia de la mujer que viajaba con la pareja porque le temía mucho a ese encuentro. Había imaginado mil maneras de actuar para librarse de él -sin decidirse por ninguna- estar frente a un hombre que seguramente tenía sus manos manchadas de sangre, no se sabia de cuántas personas, -aunque a ella el terror no le permitía hacer cuentas y un solo muerto le bastaba para alimentarlo- por sus antecedentes sospechaba que el número era enorme.

El propósito inicial era mantenerse alejada para no tener que tenderle la mano, pero eso era complicado porque precisamente debía entrevistarlo y lo común era que se lo presentaran y se diera el temido estrechón.

La sorprendió que el hombre fuera acompañado de una pequeña a quien cuidaba con notable esmero, le arregló el cabello, acarició su mejilla y la cargó hasta una silla que le quedaba alta donde la sentó con dulzura. Era contradictorio que un ser tan cruel pudiera ser tan tierno.

La mujer aprovechó esos momentos para tratar de escabullirse, pero el hombre, después de sentar la niña la miró de frente y se dirigió hacia ella tendiéndole la mano -ni modo se dijo- y mentalmente pidió perdón a las víctimas del asesino.

El hombre le estrechó la mano, pero bastó el roce inicial para que se percatara del rechazo aunque ella, congelada no había movido un músculo de su cara que pudiera delatarla

Él como una fiera siempre al acecho olfateó su miedo y enfrió el gesto retirando la mano con un movimiento veloz, estaba acostumbrado a que le temieran por su fama de sanguinario, pero esta vez cuando era el personaje de moda y protagonista del publicitado proyecto no se imaginó que su prestigio hubiera llegado tan lejos.

Ofendido, no le dirigió la palabra en el resto del día. 

Transcurrieron dos días y él tenía que elaborar su relato para que no luciera tan descarnado, pero no soportaba la presencia de la mujer que era la encargada de escribir y darle forma a sus palabras redactando lo que el hombre narraba.

Luego de un trabajo sin pausa ella leía en voz alta y el hombre rectificaba, negaba o afirmaba continuando su tarea de contador de historias infames, metiendo algún comentario actuado para darle credibilidad a la truculencia de los hechos.

Transcurrían las jornadasel segundo hombre que al iniciar el viaje era el primero, debía permanecer oyendo para empaparse de los hechos porque se iba a llevar todos los créditos. De vez en cuando interrumpía para hacer una pregunta y para ponerse de acuerdo e indagar intentando reforzar sus vivencias de antaño cuando compartió actividades con este y con otros hombres de poca monta que se mencionaban en la charla. 

Todo iba bien hasta que llegó una pregunta de la mujer que escribía y él se levantó de la silla para responderla gráficamente, era en referencia al uso de un arma, una bayoneta calada y, nada más placentero para él que demostrar su capacidad y su fuerza, la tomó como objeto de la puñalada y se la mostró con tanta fuerza que ella se sintió atravesada y herida de muerte, fue perdiendo el aliento sintiendo que se desmadejaba y tuvo que hacer una pausa en su trabajo, retirarse para tomar agua y refrescar su rostro que, esta vez sí, la había delatado. El hombre le enterró la lanza, sintió la sangre brotando y una sonrisa maligna se dibujó en sus labios.

Cumplida su venganza no quiso regresar a la entrevista que por fortuna ya iba terminando y ella volvió a casa dejando a la pareja que la había llevado, gozando las mieles de la compañía criminal y grabando lo que faltaba de las historias del hombre para escribirlas luego.

La Fiesta de la Friducha

Aniversario

 Un día, otro de tantos, fue una fuga audaz... Cincuenta y dos años no son nada, es posible que sean una vida que se reproduce en cuatro, oc...