Monday, October 30, 2023

 No son efectos especiales de una película, no son actores maquillados, ni gente contratada que cae ametrallada, no son extras que aparecen en el preciso instante de los asaltos y los tanques, ni niños bañados en tinta roja, y desmembrados por la inteligencia artificial, ni son otros mayores fingiendo ser padres desesperados, huyendo con ellos en sus brazos. No, no están poniendo en escena sofisticadas técnicas de Stanislavski, Meisner, Strasberg, Chéjov o Meyerhold, ni ejércitos disfrazados y blindados. No, ellos, los que vemos huyendo sin destino solo oyen la música que invade el espeso ambiente, la misma que emana de las sirenas y las gargantas de los aterrados, la música macabra de los estertores del fin de los que a su lado expiran. Ahí la técnica es el horror vivo y desbordante que los abrasa en llagas y dolor incontenible, son las paredes, las piedras que caen sobre sus calles, las nubes asfixiantes del polvo de las demoliciones, los gritos de las piedras mientras a sus espaldas o sobre ellas caen derrotadas las construcciones que alguna vez les dieron buen o mal abrigo. Son los estallidos de todas las cabezas, los ojos expulsados por bombas asesinas; es el invento furioso cada vez más sofisticado enraizado en el odio milenario y el poder, en todos los comienzos. Es la guerra televisada, la guerra sin fronteras ni creencias, la guerra comentada por doctos e ignorantes la que mantiene viva la desgracia y el olor a muerte que se cuela desde debajo de las piedras y cae del cielo y envenena a los sobrevivientes rotos y sin esperanza que reanudarán el ciclo. 

Friday, October 13, 2023

Las cabezas volaban 

muy lejos de sus cuerpos, 

seguían parpadeando 

unos segundos

 y aún pensaban 

el mundo borroso 

donde estaban 

donde sonaban 

las sirenas largas 

y caían en pedazos 

las edificaciones y 

abundaba la gente 

con sus zapatos quietos

sin dar un nuevo paso. 

Estaban ahí tendidos 

con sus vestidos mudos, 

con sus camisas rojas 

con su terror viviente,

todos tirados, muertos, 

unos frescos y blandos 

al choque de las piedras 

que aplastaron contra 

el mundo su miedo. 

No advertían el tiempo 

poco a poco se diluyó su grito 

entre el polvo, la ceniza y el humo 

desaparecieron las piernas 

entre las blancas medias 

quietas en medio de la lluvia 

de fuego interminable.

Era la guerra 

eran las víctimas 

sin colores ni escudos.

Eran todos los niños 

y los padres y madres 

con su moderna ropa

o con sus largas túnicas, 

y velos 

con pantalones sucios 

de humillación rampante. 

Eran distraídas víctimas 

que estaban en la mira

no los perpetradores

y todos sin excepción 

estaban muertos.

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