Friday, April 19, 2024

Guerra

Inteligencia y misiles

Contemplamos desde afuera ese incontenible círculo vicioso de la guerra y sus protagonistas, ataques y defensas; tú matas mi gente yo mato la tuya, pero ni tú ni yo nos tocamos, seguimos desde nuestra comodidad el curso de los acontecimientos; ninguno de nosotros, los reales autores responde por sus actos, son otros los que nos defienden y dan su vida por la nuestra. Nosotros decidimos quienes y cuántos mueren y dónde deben hacerlo, el porqué es intangible.  Desde aquí seguiremos impunes ordenando la desgracia de los otros para que no nos toque; planearemos invasiones y bombardeos donde más daño hagan, donde se sienta la fuerza del dolor y el exterminio del que somos capaces, de la brutalidad de nuestras inteligentes armas con diferentes nombres y disfraces y de la autoridad implacable que ejercemos plácidamente sobre cualquiera, que con razones o sin ellas intente detenernos. Para nosotros no existe tal razón, solo la fuerza, mostramos los dientes y aplastamos sin contemplaciones; seguiremos el aniquilamiento sin piedad por nada ni por nadie.  Lo justificaremos, tú atacaste aunque haya sido en respuesta porque yo ataqué, no importa, algunos creen que solo ellos tienen derecho a defenderse; los niños, los ancianos, los sobrevivientes lisiados por la guerra y las mujeres no tienen voz ni autoridad para exigir que cese el exterminio sangriento de su pueblo, solo ponen los muros humanos que recibirán el castigo y luego abrazarán a sus muertos. El jefe supremo está dispuesto a borrarlos de la faz de la tierra porque quiere su territorio limpio de esa raza, sin embargo quienes pagan con sus vidas y las de sus hijos no entienden de revanchas, no alcanzan a entender el porqué de su desgracia cuando padecen el acoso bestial de quienes los manejan. No tienen tiempo de llorar, solo de morir con los ojos encharcados sin que las lágrimas alcancen a correr y a humedecer su rostro seco. 

La guerra, sabe el jefe, solo apresura turbias intenciones, afianza los genocidas sueños infantiles que inspiraron cuando queríamos gobernar el mundo a fuerza. Hoy casi lo logramos, seguimos despertando en otras bestias el afán de dominio y de poder para que se resuelva de una vez por todas esa sed sin tregua.  

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