Para Carmen
Ya no es ese niño que dibuja a lápiz sobre las sábanas de los abuelos el que deja mensajes de despedida con el carmín tomado a hurtadillas del tocador. Ya no es, ha crecido le cambiaron sus bucles, una sombra cruza ahora su rostro y una gruesa mancha negra en la quijada se adivina donde antes hubo imperceptibles lanitas. Ya no espera a su padre ni a su abuelo, ellos se han ido, es posible que de la mano tomaran al niño de sus amores con su muñeco de goma y sus ensueños y nos dejaran al hombre que ha crecido, grande sin la expresión tierna de sus ojitos negros, es posible que ambos, no sabemos, le legaran como un poema herido un dejo de amargura un dejo distraído entre su pecho que no sabe que existe y que no sabe que duele.
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