Monday, March 06, 2023

Hermanos

Tirábamos las migajas tras nosotros a sabiendas que los pájaros camorreros pronto nos borrarían el trazado camino de regreso. 

Ithaca era un poema hermoso que aún no conocíamos, avanzábamos lento por entre el bosque oscuro, nos tomábamos de la mano para darnos calor en las horas de frío y nos mirábamos a los ojos con la confianza de salir ilesos al otro, al desconocido lado de la vida. 

No supimos cómo pasó el tiempo y los árboles murieron frente a nuestros ojos sin que nos percatáramos o pudiéramos hacer nada por ellos, porque eran grandes y se veían poderosos, lo presentimos cuando dejaron de cobijar nuestra marcha y abrieron grietas altas en la noche. 

Tampoco supimos cuando aparecieron los monstruosos vientos que terminaron rasgando nuestros espíritus llevándose lo mejor que encontraron allí; ni cómo nuestras manos se separaron y nuestros pasos se confundieron. 

Sí sabemos que desde entonces, enceguecidos nos buscábamos el uno al otro y que mantuvimos una certeza sorda de luz que llegó tarde y débil después de tanta tiniebla pegada en los pasos que nos trajeron aquí, al hoy, a la casa vacía donde ya no existe la esperanza del reencuentro.


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