¿Que por qué
abrigo mi corazón
y mi pena
entre la ropa negra?
no lo sé, tal vez
lo hago
como me enseñaron
mis mayores,
porque
toda la vida lo hice igual
y aprendí
a resguardarme así.
Cuando niña
miraba a las señoras
enderezar la vena
de sus medias,
aquellas trampas
de seda
transparentes
compradas
de carrera
para
la lóbrega ocasión,
recuerdo
que blanqueaban
hermosamente
la línea de las
atrapadas piernas
si es que acaso
un punto travieso
cruzara implacable
y sin freno posible
transparentes
compradas
de carrera
para
la lóbrega ocasión,
recuerdo
que blanqueaban
hermosamente
la línea de las
atrapadas piernas
si es que acaso
un punto travieso
cruzara implacable
y sin freno posible
el aburrimiento
de la noche
desde el pie hasta
arriba del muslo
en un solo y tortuoso
camino
que las preocupaba
más que la situación
y la incomodidad
de los tiesos
cojines de las
sillas fúnebres.
Lucían para
de la noche
desde el pie hasta
arriba del muslo
en un solo y tortuoso
camino
que las preocupaba
más que la situación
y la incomodidad
de los tiesos
cojines de las
sillas fúnebres.
Lucían para
estas fechas
pesados
abrigos y sacones,
plumas en el sombrero
y velos con
alfileres quietos
de cabezas de perla
que cubrían
pesados
abrigos y sacones,
plumas en el sombrero
y velos con
alfileres quietos
de cabezas de perla
que cubrían
a medias
la malla
deslizada
frenre a sus ojos
tal vez para no
mirar del todo
esa oximorónica
realidad
abstracta y tangible
de un cajón adornado
con incrustaciones
de nácar
y contenido macabro,
con aroma de flores
vivas que
parecen muertas,
con resagos
de algodones
y formaldehído.
Murmuraban las viejas
sotto voce
cualidades
defectos y amores
del personaje muerto
al paso
del irritado párpado
lloroso
del doliente
y luego rezaban
en el saloncito
el sonsonete inútil
de la luz perpetua
para ese
cuerpo inerte
que lívido y tranquilo
presidía el momento
de su despedida,
reposando oloroso
y maquillado
su postrer
e inalienable
tal vez para no
mirar del todo
esa oximorónica
realidad
abstracta y tangible
de un cajón adornado
con incrustaciones
de nácar
y contenido macabro,
con aroma de flores
vivas que
parecen muertas,
con resagos
de algodones
y formaldehído.
Murmuraban las viejas
sotto voce
cualidades
defectos y amores
del personaje muerto
al paso
del irritado párpado
lloroso
del doliente
y luego rezaban
en el saloncito
el sonsonete inútil
de la luz perpetua
para ese
cuerpo inerte
que lívido y tranquilo
presidía el momento
de su despedida,
reposando oloroso
y maquillado
su postrer
e inalienable
soliloquio
de cirios y de andas
de llanto y de palabras
de cirios y de andas
de llanto y de palabras
que a fin de cuentas
le valen un pepino
como las ropas negras,
pero yo continúo
impertérrita
sin respuestas
abrigando con ellas
mis dolores
del alma
aliviando mis penas
y mis culpas
dentro del largo
luto
le valen un pepino
como las ropas negras,
pero yo continúo
impertérrita
sin respuestas
abrigando con ellas
mis dolores
del alma
aliviando mis penas
y mis culpas
dentro del largo
luto
vistiendo
mis simbólicas
e inamovibles
ropas negras.
mis simbólicas
e inamovibles
ropas negras.
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