“Manecita rosadita muy experta yo te haré para que hagas buena letra y no manches el papel”...
... y la mano rebelde
se negó a ser domesticada
y cambió mil veces el tono leve de su piel taimada
y manchó todos los papeles con diatribas y cantos de letra grande y desordenada
y aprendió a caminar sola
y a gritar entre las otras manos que la señalaban
y a ser mano levantada,
mano fuerte y obcecada,
mano que abre y cierra caminos
que escala, cae
y vuelve a erguirse empecinada,
que empuña plumas y azadas que acaricia y ama,
que vuela, que alimenta, aprende y siembra
y por sobre todas las cosas, que aunque la amordacen
no se queda callada.
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