Tal vez
no es la voz
de los árboles
la que susurra
al paso
del camino
sino el lamento
de los ahorcados
que sigue
pendiente
ahí en el aire
balanceándose
en los
abigarrados
troncos
y sobrevive
muy adentro
entre capas
forjadas
con años
de silencio
en los bosques
sureños
de Georgia o
de Georgia o
Carolina
la que habla.
Es la voz
de ellos
en el viento
que silba,
son las almas
olvidadas
cada vez
que pasa
jugueteando
la sombra
la sombra
en su loca carrera
hacia la historia
no narrada
de cientos
de cientos
de sogas
en el cuello.
en el cuello.
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