Podría convertirme
en sal
diluirme
en agua
abarcar el espacio
de las olas y
el letargo marino
al mediodía
del sol canicular
que besa
con fruición
la piel cansada
extraviarme
entre algas
y entre peces
que se deslicen
veloces para darme
paso en su
camino
sin rumbo ni destino
entre las
insondables profundidades
donde ya no es azul
el mundo
y solo reverberan
las escamas
de las honduras
que oscurecen
los ojos laterales
saliéndose de órbita
en su afán de explorar.
Adentrarme
en los rugidos
del agua
con gritos de sirenas
y de ahogados
quisiera
llorar desde dentro
desde su propia
entraña milenaria
y
declararme muerta
en los confines
tenebrosos
de montañas y
rocas por siglos y
por eras sumergidos
en la noche más noche
en la noche más larga.
Puedo
para no ver los niños
para no ver los viejos
hambrientos
entre los escombros
bombardeados.
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