Me ha llegado el rumor
que tu comida
extraña con tristeza
mis hilos de cabello
posados en tus platos,
que hacen falta
mis sedosas presencias
en toda la extensión de tu morada
sucedió casi al tiempo
que he notado
que mi pelo apagado
también extraña
las vajillas
donde cenas,
la impoluta blancura
en tu cocina
y la mullida tela
de los muebles de la sala.
Mis pelos imprudentes
inquietos y curiosos
se retuercen tediosos
sobre mis hombros
sin percibir el frío
de las losetas de tu baño
y de tu tina
sin la textura suave
de tu almohada
donde cándidos
y largos reposaban
También extrañan
el dulce aliño
de tus salsas,
ahora entristecidos
se entretejen
ladinos en mi ropa
produciendo cosquillas
en mi espalda
echando muy de menos
las baldosas y
todos los rincones
de tu estancia.