No soy capaz de extrañarte
porque eres un recuerdo pez
que se resbala
sobre mi tiempo ido,
eres eso que no se sabe
dónde ni cómo apareció
sintiéndose
el inevitable poseedor
de mis días
que, has de saber,
nunca han tenido dueño
aunque sientas
que navego anclada
a un pensamiento
turbio donde
tampoco
apareces tú
ni el rastro de tu arena
que se remueve
con las olas necias
creciendo y
disminuyéndose
en su vaivén
eterno de fiera espuma
que se disuelve en el suelo.
No eres nada de eso,
eres sombra
de un árbol viejo
que desgaja sus ramas
con el viento
y se niega a renacer
en algún amanecer
lejano a mis ojos.
Eres nada.
eres aire frío que
congela mi esencia
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