Estaba triste y sigo triste…
Despertar
A Dorotea Leyva, a George
y a su coro de (seis) ángeles
guardianes
Afuera los ruidos de la vida
la lluvia en la ventanala luz atomizada
cruzando hacia el umbral
de la mañana.
Aquí la sombra que aún somos
la cotidiana ruta destrazada
jugando a estremecernos
desde un tiempo cumplido,
desnudada rutina congelada
de los pasados días,
de los que llegan nuevos
con el café que aroma
los silencios…
Vienes del aire en el recuerdo
y te aposentas tibio en el
momento,una palabra llega
prendida sobre el fuego
que la quema
para marcharse luego,
abres los ojos y te quedas ciego
mirando el ventanal que tienes dentro,
te quedas mudo
apaciguando el grito
que te nace en el pecho
sin futuro y sin tiempo.
Sonríe la mueca que aprendiste,
escucha que no escuchas,
el agua te resbala sobre el cuerpo
el miedo te aprisiona
sin que tú puedas verlo
ni saberlo,
camina con los pasos que conoces
lentos.
No sabes, no lo sabes
que aunque respires y te abracen aunque te quieran y te mimen
padre de lunas y de soles nuevos
compañero de días pasajeros
de ayeres de otro abril
de amaneceres viejos
de primaveras deshaciéndose,
no sabes, no lo sabes
que aunque la vida pase ante tus ojos
y te haga un guiño, una canción, un verso,
hundido entre las aguas que te arrastran,
las brazadas retornan sin comienzo
al final de la noche, al último recuerdo
de lo que fuimos y no somos,
porque soñamos estar vivos
cuando sabemos que ya estamos muertos
Midaz
Septiembre 9 2013
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