Sunday, January 28, 2007

Morir en Bogotá

Morir

A René García y otros amigos



Yo los he visto morir,
antes que las balas criminales
los tocaran y los desgarraran.
Antes que el exterminio al cual se sometieron,
los atenazara con células cancerosas
o les destrozara los pulmones y las piernas.
Yo los he visto morir porque creyeron
porque todo lo dejaron
para seguir sus sueños.
Unos dejaron a Dios,
otros sus hijos, su casa y sus amores
como apóstoles en busca de la verdad.

Yo los he visto morir
porque se dejaron morir
porque no comprendieron
porque los mató la realidad,
porque al mirar de frente
sus ideales no eran nada
y se encontraron con las manos vacías.

Unos creyeron en la guerra
otros creyeron en la paz
y ambas fueron un espejismo,
como fue un espejismo la justicia y la igualdad,
como fue un espejismo el mundo que quisieron
forjar.
Un intangible espejismo que se les escapó
como el agua entre los dedos.

Se llamaban Jorge, Mauro, Pablo o Ariel,
el nombre nada importa,
como nada importó su vida ni su muerte.
Pasaron y se fueron,
antes que los diarios registraran su muerte física,
antes que el calendario marcara la fecha fatídica,
antes que sus admiradores y sus detractores,
que sus amigos y sus enemigos,
llamaran por teléfono a Miami y a Suiza
para contar la nueva.

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