Yo no sé en dónde
cumplen años los muertos,
no sé cómo celebran
si lo hacen,
tal vez ese día
aparece una nueva luz
en sus sueños
para perturbarlos
en su eternidad
si es que acaso
todavía sueñan;
lo que sí sé
es que en mis sueños
sigues viva
y sonriente
como apareces
en el entonces
de las filtraciones
de la memoria.
Hoy el recuerdo
es especial
por todas las razones
y las sinrazones de la vida,
es el día donde regresa
la sala grande
la del pesebre
con lagos y cascadas
en la casa de los abuelos;
en la del jardín inmenso
donde me extraviaba,
aquel de donde luego
cortaron los árboles,
el más importante
el que nos proporcionaba
las brevas
de los dulces con leche,
donde estaban las flores
bailarinas.
Ese que convirtieron
en un frío patio de cemento;
regresó esa casa de entonces,
la del ropero de tela
de nuestras fantasías
infantiles
con mi hermano y mi primo;
la casa de las construcciones
preciosas en madera
dentro de las habitaciones,
esa casa de la infancia
donde me cargabas
en tus brazos
que ya no cumplen años.
La que ya no puede
recordar
tu hermana que ahora habita
en el país del olvido
de las maravillas.
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