Perdí
la costumbre
de mirarte
y poco a poco
se pasó la vida,
ya sé que
en adelante
perderé
la costumbre
de tenerte,
perderé
la costumbre
de amarte
hasta ese
ineluctable día
en el cual
perderé
la costumbre
de respirar.
Perdí
la costumbre
de mirarte
y poco a poco
se pasó la vida,
ya sé que
en adelante
perderé
la costumbre
de tenerte,
perderé
la costumbre
de amarte
hasta ese
ineluctable día
en el cual
perderé
la costumbre
de respirar.
Todo se ha desdibujado
quedan solo líneas
y borrones,
señas de nube
desaparecen
con el viento
en el cielo.
Tú no estás,
te has ido sin aviso,
nosotros
nos quedamos
sin llanto
que rodando
humedezca
las mejillas,
sin la ambición
dormida
entre una maleta
y sin el grito despierto
de un te quiero.
No importa,
caminaremos,
total…
cualquier sendero
nos lleva allí
a donde no hay
encuentro
a donde
nadie espera.
No logro recordar aquello que te hacía inolvidable.
Efraim Medina Reyes.
Ahora a lo lejos
diviso un trapo viejo
descolorido
colgado al viento
en el alambre
de una casa
pobre.
Los perros callejeros
ladran al paso
de los peatones,
olisquean y persiguen
a las perras en celo
por el
camino triste
y polvoriento
peleándose
a dentelladas
el prodigio
de abrazarlas
fuerte
con sus patas
delanteras
hasta que
uno de ellos
gana la batalla
y se queda
después de
un instante
como los
boxeadores,
pegado con ella
en medio del bullicio
y la crueldad
de los niños
que los persiguen
con palos y piedras
sin compadecerse
de sus hondos y
desconcertados
ojitos aterrados
porque ellos
–a diferencia
de los hombres–
no atinan a saber
qué fue
lo que hicieron mal.
La inteligencia artificial Está de moda la inteligencia artificial, se puede usar en cualquier actividad humana, es interesante en la medici...