No logro recordar aquello que te hacía inolvidable.
Efraim Medina Reyes.
Ahora a lo lejos
diviso un trapo viejo
descolorido
colgado al viento
en el alambre
de una casa
pobre.
Los perros callejeros
ladran al paso
de los peatones,
olisquean y persiguen
a las perras en celo
por el
camino triste
y polvoriento
peleándose
a dentelladas
el prodigio
de abrazarlas
fuerte
con sus patas
delanteras
hasta que
uno de ellos
gana la batalla
y se queda
después de
un instante
como los
boxeadores,
pegado con ella
en medio del bullicio
y la crueldad
de los niños
que los persiguen
con palos y piedras
sin compadecerse
de sus hondos y
desconcertados
ojitos aterrados
porque ellos
–a diferencia
de los hombres–
no atinan a saber
qué fue
lo que hicieron mal.
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