Tus pies,
pétalos secos
aguardan la jornada,
el momento supremo
de reiniciar
la marcha
hacia la nada.
Te miro
en la impotencia
con tus pálidos labios
desmayada.
Amiga
que a la espera
del alba,
aletea
sus manos blancas
sobre la sábana
del hospital
donde siempre
acechando
en la sombra,
la muerte
agazapada,
con sus
dispuestas zarpas
en el menor descuido
al cerrar de los párpados
nos gana
la batalla.
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