A los míos nadie les cuenta que están muertos y llegan a casa a cada rato a tocarme el hombro para que yo me ponga a llorar. Conversan, hacen ruido de lluvia y tempestades entre los sueños y provocan flores amarillas en las plantas muertas para que yo me alegre con el aroma, mi papá me cuenta historias de navíos y navegantes atravesando océanos imposibles en tempestades bravas en la absoluta oscuridad.
Mi abuelita solo habla de geranios y de corredores con balcones alrededor de un patio con una palma en el centro donde ella con los pies hacia arriba clama por ayuda. Mi hermano no me habla porque le dan ganas de llorar conmigo,
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