Cuentico macabro
Todo comenzó con una pena honda, tan honda que no se perfilaba su fin en el devenir de los días y le extravió el seso, inconscientemente mordió y mordió sus uñas hasta que la sensación de distracción y alivio se le convirtió en placer, de esta manera hizo su ingreso en la oscuridad de un vicio incontrolable.
Pasaba de un dedo al otro agotando las posibilidades naturales de recuperación y crecimiento de las uñas, cuando cruzaba esa línea de espacio entre la carne blanda y la solidez que a gusto destrozaba, se producía un poco de dolor y cada tajito que atrapaba superficialmente con los dientes, le producía una combinación de sensaciones a las cuales también se acostumbró con gusto, luego cuando brotaba la sangre lamía y succionaba, así como desde niña había visto hacer a algunas personas cuando se cortaban.
No notó cuándo se atrofiaron las uñas, ni en qué momento se iba tragando su propia carne que la saliva había ablandado.
Nadie se enteró del suceso, hasta cuando la encontraron desangrada entre su cama con los huesos de las manos al descubierto.
No comments:
Post a Comment