
Obra de Agustin Alvarez
Comedia en un acto
El ilustre y estoico profesor salió en busca del Tao que es el camino de la iluminación, su primer impulso, naturalmente fue caminar hacia oriente pues vivía en occidente, él sabía que aunque se perdiera, perderse también es un camino y continuó su marcha, interrumpida porque la ciudad estaba en construcción y el caos imperante lo hizo reflexionar. Conversó rigurosamente con una amiga que le estuvo hablando del mandala que es el circulo donde se concentra toda la energía para la meditación, el camino de energía que conduce a la unidad del ser y todos esos temas profundos y filosóficos, cuando fue descubierto por su mujer y aunque él tuvo intenciones de 'mandala' a freír espárragos, se abstuvo, quiso claudicar en su búsqueda, pero su corazón aventurero y la experiencia de su mejor amigo en esos territorios de ojos rasgados se lo impidieron, se puso a imaginar la forma de satisfacer sus impulsos y recordó que un tiempo atrás había conseguido sus propósitos, coronando como princesa inca a una nena del altiplano cundiboyacense, en una transposición territorial que ahora le caería muy bien y decidió repetir la experiencia. Entonces deshizo lo andado, regresó a su vecindario y llegó hasta la casa de una de sus pretendidas, la puerta se abrió y allí en el marco, iluminada por el sol del medio día, apareció la nena con su roja cabellera de dragón que lanzó una bocanada de fuego sobre su profesor que apenas podía mantenerse en pie ante tal visión. Entonces él, reteniendo el aire e impostando la voz en su mejor tono, le dijo:
¡Hola mi china! ¿Cómo has es TAO?
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